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Dar oportunidades a la experiencia

Juan Carlos Duque y Aitor Urrutia

Allá por 1969 el gerontólogo y psiquiatra estadounidense Robert Neil Butler acuñó el término age-ism (edad-ismo), para referirse a la discriminación o intolerancia hacia las personas mayores o de edad avanzada y vaticinó que en los siguientes 20 o 30 años en los Estados Unidos sería un problema tan grave como el racismo o, incluso, que lo superaría. Según algunas fuentes, entre 1958 y 1977 en el Estado español nacieron casi catorce millones de personas, 2,5 más que en los veinte años anteriores y 4,5 más que en los veinte siguientes. Esta generación comenzará a jubilarse a partir de 2023 y en 2021 se encuentra en la franja de edad comprendida entre los 44 y los 63 años.

En el ámbito nacional, según los datos del INE en la encuesta de población activa a 29/07/2021, EPA. Segundo trimestre 2021, por grupos de edad, se observan descensos del paro este segundo trimestre entre las personas de 25 a 54 años (–168.000). Por el contrario, el número de parados sube en 46.300 entre los menores de 25 años y en 11.600 entre los de 55 y más años.

Según el desglose de este informe en el diario Expansión para este periodo, el paro entre 25 y 54 años se sitúa en el 13,8% (M:16,1%; H: 11,8%), que supone 2,38 millones de personas, de las que 1,32 son mujeres y 1,06 hombres. En mayores de 54 años lo hace en el 12,8% (M: 14,4%; H: 11,3%): 564.000 personas, 295.000 mujeres y 269.000 hombres.

En el apartado que presenta los datos por Comunidades Autónomas, en Euskadi el paro entre 25 y 54 años es del 8,3% (M: 8,8%; H: 7,8%), que supone 61.000 personas, de las que 31.000 son mujeres y 30.000 hombres. En mayores de 54 años es del 7,7% (M: 7,2%; H: 8,3%), lo que significa que 17.000 personas, de las que 8.000 son mujeres y 9.000 hombres, están en situación de desempleo.

Si centramos nuestra atención en la cantidad más que en el porcentaje y pensamos en la evolución de la población activa que llegará al final de su vida laboral en los próximos años, nos encontramos con varios y muy distintos elementos que requerirían una profunda reflexión.

Uno de ellos es la entrada de los y las mayores de 40 años en el grupo de personas desempleadas y los motivos por los cuales cada vez les resulta más difícil reincorporarse al mercado laboral.

El paro es siempre un drama. Cuando se es joven, sin trabajo no se puede construir un proyecto de vida, pero queda toda una vida por delante para luchar, intentarlo y conseguirlo. Hacer frente a una situación de paro con más de 40 años es, además de un drama, un reto abismal para conseguir reengancharse al mercado laboral. Contactos y formación actualizada de conocimientos para hacer frente a las necesidades actuales del mercado no siempre son suficientes. A los 55 se pide lo que uno ya no tiene y no se valora lo que uno más tiene, experiencia. Así queda reflejado en la noticia que emitió Televisión Española el pasado 3 de marzo de este mismo año con el título “El drama del paro eterno en los mayores de 50 años: Vivo por debajo del umbral de la pobreza y en casa de mis padres”[1] y donde se apunta a que más del 70 % de los desempleados mayores de 55 años lleva en esa situación más de un año.

En junio de 2019 la revista digital Compromiso Empresarial publica un artículo en el que denuncia que el 71% de empresas del IBEX 35 se olvida del talento sénior, dedicándoles poca o nula atención a las personas mayores de 50 años.

En aras de crear equipos de alto rendimiento para incrementar su competitividad, el tejido empresarial va incorporando planes de igualdad para fomentar el empleo femenino, contratan profesionales de distintas procedencias, conforman equipos multidisciplinares o los van rotando, incluso existen programas para la contratación de profesionales con neurodiversidad. Sin embargo, la contratación de profesionales sénior sigue siendo residual.[2]

Asimismo, a la hora de cursar las candidaturas recibidas en los procesos de selección, existen filtros reales que aplican tanto los portales de empleo como los técnicos de selección de personal. Tanto el sistema informático como el recruiter tienen órdenes claras respecto al perfil de edad que se busca y, muy raramente, ese perfil de edad excede de los 45 años en su límite máximo. Así que automáticamente estás fuera, da igual cuántas veces te inscribas y en cuántas ofertas. Da lo mismo a cuántos headhunters o consultorías de selección te dirijas, estás fuera del “perfil” que solicitan sus clientes, no eres una materia prima útil para ellos.[3]

Por último, la persona que pierde su trabajo más allá de los cuarenta tiene que vencer su propia profecía autocumplida: he perdido mi trabajo y estoy menos motivado/a, estoy menos dispuesto a trabajar en programas de desarrollo profesional, me cuesta entrar en lo digital, no tengo ambición ni hambre de éxito, mi salud es más delicada o lo será en breve, ¿qué será ahora de mi familia? Conclusión: nunca volveré a encontrar trabajo.[4]

Para salir de este círculo vicioso hay que enfrentar el problema desde tres ángulos: la persona afectada, el tejido empresarial y la cultura social. Es, por tanto, hora de remangarse y desarrollar acciones concretas para luchar contra esta situación y contribuir a que la discriminación por edad en el mundo laboral no sea una realidad. Por tanto, un verdadero acto de innovación social: el reto social que supone abordar una prolongación de la etapa laboral minimizando los efectos inevitables del proceso de envejecimiento de cada persona trabajadora.

Ante el llamativo incremento de mayores de 40 años en la base de datos de personas en búsqueda de empleo, en Deusto Alumni nace una exigencia: “¡tenemos que hacer algo!” Desde el curso 2015 – 2016 se desarrolla anualmente el programa de Recolocación Profesional con el objetivo de facilitar la incorporación al mercado laboral de este colectivo de difícil inserción.

Combinando el trabajo individual con el grupal, se trabajan algunas competencias transversales con las personas participantes en el programa, se presentan herramientas de búsqueda de empleo, se revisan los currículos individuales, se realizan simulacros de entrevistas de trabajo para reforzar su seguridad, poniendo en evidencia los puntos fuertes y débiles, y se trabaja con un/a coach profesional para resolución de dudas y profundizar en la motivación individual. Además, se les mantiene informadas de potenciales empresas empleadoras y de ofertas de empleo que puedan ser de su interés.

Siguiendo con dar oportunidades a la experiencia, nos encontramos con las bondades que sin duda encuentran las empresas cuando incorporan talento sénior. Además de la diversidad generacional, que aúna el empuje y desparpajo de la juventud con la experiencia, se añade el saber hacer y el mayor sosiego por parte de los séniores. Estos buscan una mayor raigambre laboral y, por tanto, tenderán menos a la rotación. Asimismo, gozan de una mayor estabilidad emocional y madurez. Saben lo que quieren, cómo conseguirlo y se esfuerzan en lograrlo. Vivieron un compromiso con las empresas mayor que el que hay ahora, por lo que su cultura de empresa es más fuerte (fidelidad). El bagaje experiencial que llevan a cuestas les hace ser más resilientes y no precipitarse ni ponerse nerviosos ante un problema, conflicto o cambio, al tiempo que cuentan con una red de contactos (clientes, proveedores, colaboradores, compañeros, amigos, etc.) que podrá ser muy útil en caso necesario. El haber tratado con distintos perfiles y en distintos ambientes, les ayuda también a ser mejores gestores de equipos. Suelen ser mejores interlocutores en situaciones delicadas o difíciles, y cuentan con un mayor saber hacer (know-how) y más conocimientos.

Abramos los ojos. Salvo que nos quedemos por el camino antes de lo deseado, seguiremos cumpliendo años y más pronto que tarde, muy a nuestro pesar, habremos llegado también a esa edad en la que, esperemos que no, podríamos quedarnos sin trabajo faltándonos muchos años para la jubilación…

Presentamos a continuación el testimonio de dos Alumnae de la Universidad de Deusto que realizaron el programa de Recolocación Profesional: Mónica de Anduiza Añón, Secretariado de Dirección (Prom. 92) y Esmeralda Morán Torres, Diplomatura en Turismo (Prom. 94), ambas tituladas por la Universidad de Deusto.

¿Qué te impulsó a participar en el programa de Recolocación Profesional? ¿Cómo te encontrabas personal y profesionalmente antes de hacerlo?

Mónica: En mi caso, ya había tenido oportunidad de conocer al equipo Deusto Alumni con anterioridad. Al encontrarme en ese momento sin trabajo, consideré que era una gran oportunidad ya que sabía que siempre me iba a aportar, tanto profesional como personalmente, el realizar un programa con ellos.

Como he dicho antes, ya conocía al equipo de Deusto Alumni desde hacía un tiempo. Me recibieron y acogieron con cariño; me escucharon y entendieron y eso es lo que más necesitaba en ese momento así que en esta ocasión me encontraba en mejor estado personal. A pesar de ello, la incertidumbre del futuro profesional siempre cala y mina. No es fácil gestionarlo a cierta edad

Esmeralda: Después de una larga trayectoria profesional de más de 25 años trabajando tanto en el sector del Turismo como en otros sectores, de repente me encontré en una situación de desempleo no deseada y me sentí muy sola y desorientada a la hora de replantearme un nuevo inicio laboral.

En lo personal me sentía muy sola y desorientada, sin saber muy bien qué camino tomar y bastante desanimada, la verdad, y profesionalmente no sabía muy bien en qué situación real me encontraba, si tenía o no opciones reales de encontrar un nuevo empleo que se ajustara a mi perfil y viceversa y qué competencias tenía ya o necesitaba desarrollar para aumentar mi empleabilidad en el futuro.

¿Qué señalarías como más relevante de la experiencia vivida durante el programa?

Mónica: Comprensión y escucha. Al empezar el programa no eres capaz de confesar lo que sientes ni todos tus miedos. El grupo que formamos fue estupendo y cada cual iba abriéndose poco a poco, lo que hacía que viéramos nuestros propios miedos reflejados en otra persona y nos diera fuerza para hablar abiertamente sobre lo que realmente sentíamos. Nos apoyábamos los unos en los otros y nos transmitíamos fuerza para seguir.

Esmeralda: Desde el minuto uno me sentí muy acompañada porque el equipo humano que gestiona este programa se preocupa de conocer la situación y personalidad de cada uno de los integrantes del programa de Recolocación para ayudarnos a todos y cada uno de nosotros a encontrar de nuevo nuestro camino laboral.

¿Qué cambios, de haberlos, señalarías como los más importantes de tu antes y después de realizar el programa?

Mónica: Durante el programa se nos animó a plantearnos planes B. No por haber estudiado una carrera concreta, o haber trabajado en algo definido, tendríamos que continuar siempre así. Abrimos las alas a la hora de pensar “qué me gustaría hacer realmente» “qué debo hacer para lograrlo». Busqué mi propia felicidad a nivel laboral.

Esmeralda: El principal cambio que he notado desde que participé en el programa ha sido en mi propia actitud y expectativas ante el mercado laboral. Antes sentía que tal vez el tren del empleo había descarrilado en mi caso y, sin embargo, he podido ver que, con un poco de ayuda en la búsqueda de oportunidades laborales y cierta orientación laboral en lo personal, es perfectamente posible reengancharse al mundo laboral a pesar de tener más de 45 años. ​

¿En qué medida tu participación en el programa ha facilitado tu reinserción laboral?

Mónica: Sobre todo me ha dado más seguridad. La experiencia la llevaba ya puesta; la flexibilidad y los conocimientos también. Pero algo que puede parecer sencillo, que se da por hecho, no lo es. A veces necesitas que alguien te haga ver lo que vales, pero siendo realistas, sin intentar crear una valía forzada o para consolar, sino haciendo hincapié en los puntos fuertes de cada persona, de los cuales a veces no somos conscientes o consideramos “normales» porque “somos así” lo cual no quita para que esa característica propia sea un punto fuerte que no mucha gente tenga y haya que valorarlo y explotarlo de manera consciente. Todos tenemos una gran valía: hay que conseguir ver la que nos define y focalizarla.

Esmeralda: Gracias al programa conseguí encontrar empleo, y antes de eso también conseguí realizar varias entrevistas con empresas muy relevantes… Ahora mismo estoy en la búsqueda de un nuevo empleo que se ajuste mejor a mis circunstancias personales, pero sin duda, tengo que agradecer al programa de Recolocación de Deusto Alumni que hoy en día tenga un empleo y mejores perspectivas laborales que cuando inicié mi andadura en el programa.

[1] Fresneda, Diana (2021, 3 de marzo). El drama del paro eterno en los mayores de 50 años: «Vivo por debajo del umbral de la pobreza y en casa de mis padres» Recuperado el 15/09/2021 de: https://www.rtve.es/noticias/20210303/drama-paro-eterno-mayores/2080246.shtml

[2]  Innova&acción. El reto de aprovechar el talento sénior. Recuperado el 14/09/2021 de: https://innovayaccion.com/el-reto-de-aprovechar-talento-senior

[3] Innova&acción. Más de 50 o pescar en un mar sin peces. Recuperado el 14/09/2021 de: https://innovayaccion.com/blog/mas-de-50-o-pescar-en-un-mar-sin-peces

[4] Ibíd.

 

Foto portada y encabezado: Gerd Altmann en Pixabay.