Cada mujer tiene que interiorizar, que es única, completa y capaz. Y establecer una férrea línea de dignidad, igualdad y justicia que, en ningún caso, ningún hombre ni tampoco mujer, pueda trasvasar.
Se podría decir que Cristina Maruri compagina su pasión más profunda con su carrera profesional como asesora jurídica de un importante grupo industrial. ¿Cuándo descubres ese potente impulso, atracción, por viajar, conocer, profundizar en la esencia del ser humano y, como dices tu misma, llenarte de Humanismo y Solidaridad, empecinada en vaciar de utopía la frase: “Por un mundo mejor”
En realidad, es algo con lo que nazco, estoy hecha de ello como de piel y de huesos. De hecho, era muy pequeña y ya ayudaba a las personas mayores a llevar las bolsas pesadas de la compra, si las veía excesivamente cargadas, porque me daban pena. Y me he metido en más de un lio, sin medir cómo iba a salir de él, si he presenciado abuso del fuerte sobre el débil o injusticia; porque me descompone. Lo que sucede es que, en nuestro mundo, que entiendo nos hemos complicado demasiado, no nacemos con un pan bajo el brazo, sino con una hipoteca bajo el brazo, en el sentido de que tenemos que luchar y esforzarnos por pagarnos la vida. Sin embargo, llega un momento en el que consideras que ya la has pagado, o por lo menos que la carrera frenética se ralentiza; cambian las prioridades. Buscas momentos de reflexión, te preguntas quién eres, qué quieres, y qué te queda por hacer. Y a mí me queda muchísimo. Por ver, aprender, hacer, transmitir, ayudar y amar.
En 2017 se da el banderazo de salida a la vida pública de la Cristina artista y divulgadora: ve la luz Todas mis fotos hablan de ti, tu primer libro. ¿Cómo describirías el antes y el después de ese momento?
Supongo que era una gestación inconsciente. Que algo venía creciendo dentro de mí, alimentado por los sentimientos, las emociones, las vivencias, y todo lo que vamos acumulando a lo largo de nuestra vida. Resultó ser el descorche de una botella de champán por su fuerza, o más precisa, toda una bodega; por su continuidad. Porque desde ese momento no he parado. Por no poder ni querer. “Todas Mis Fotos Hablan de Ti” es una novela de cuatrocientas páginas escrita en veintidós días. Y desde entonces la escritura y mi vida en general, se ha convertido en un sunami, porque tengo otras tres escritas, cientos de poemas, he viajado a muchos lugares, dado conferencias, presentado exposiciones, grabado podcast, y, en definitiva, hecho muchas cosas que pertenecen a mi más íntima e individual esencia, pero que estaban enterradas, porque a menudo nuestra mejor música nunca se escucha, porque no tenemos tiempo para dejarla sonar.
A través de ti y de otras mujeres, la mirada y la voz de la mujer interpelan a una sociedad y a una cultura todavía excesivamente androcéntricas. ¿Qué dirías a las egresadas de la Universidad de Deusto que dudan si sumarse a esta causa?
Ser mujer es grandioso y al mismo tiempo es un estigma. Grandioso; porque creo en todas sus capacidades y cualidades, en el sinfín de sus matices, y en el de sus inconmensurables logros. En familia, economía y humanidad. Aunque muchos de ellos, y aquí reside parte del estigma, hayan sido no reconocidos, silenciados o atribuidos a varones. La otra parte de ese estigma, la más sangrante, nos lleva a que se considere a la mujer, en casi tres cuartas partes de la población del planeta; pareja al escalón evolutivo y productivo de un animal. Y esto se deduce de la falta de respeto, ausencia de oportunidades y negación de libertad. De la negación de su capacidad de ser, o de decidir. De hablar o de participar. Hay un abanico de intensidades para medir la gradación de discriminación. Abrupta en el llamado tercer mundo y más tibia en el primero; pero sigue estando ahí.
Cada mujer tiene que interiorizar, que es única, completa y capaz. Y establecer una férrea línea de dignidad, igualdad y justicia que, en ningún caso, ningún hombre ni tampoco mujer, pueda trasvasar.
Tus viajes son una de tus fuentes de inspiración y nutren tu creatividad y tu actividad. Tras estas experiencias, ¿cuáles y cómo te han marcado? ¿Qué te gustaría compartir con las y los Alumni de Deusto?
Son incontables las cosas que me gustaría compartir. Cómo me puse a llorar como una tonta, cuando vi frente a mí el Taj Mahal. O el frío que pasé recorriendo La Gran Muralla China, a cinco grados bajo cero, y rodeada de nieve y árboles pelados. Las cucarachas voladoras del tamaño de las nueces, que se me pegaban al vestido, en la terraza del barquito con el que surcaba el Nilo. El recolectar de té en Sri Lanka, el observar los gorilas plateados libres en Uganda. Un sinfín de maravillas descubiertas, en otro sinfín de momentos inolvidables en los que he aprendido, me he conocido y me he construido. Pero hay algo que reiteradamente compruebo y me maravilla; la felicidad que desprenden y nos regalan, quienes apenas tienen nada. Compruebo cómo en esa sencillez de vidas hay gran verdad, y me cuestiono, si los que a menudo damos tantas lecciones, no somos sino niños egoístas, inmaduros e incluso crueles, que nos hemos perdido.
¡Gracias, Cristina! Para terminar este breve encuentro, ¿podrías ahora contarnos qué recuerdos conservas de tu paso por las aulas deustenses?
Gracias siempre a vosotr@s y a vuestra enseñanza, en el sentido más amplio. No solo en el académico, que me posibilitó acceder al mercado laboral sin ningún tipo de hándicap u obstáculo; sino en el sentido más humanista y personal. Mi primer año fue complicado, porque dejando a mi familia en Méjico, regresé para estudiar y me hube de concentrar en adaptarme y no defraudar. En los años posteriores ya dispuse de más tiempo para hacer nuevos amigos y tener mayor tiempo libre. Y eso a pesar de los extensos temarios y el nivel de exigencia del profesorado. Recuerdo las “peceras” y los jardines en primavera; todos tumbados cual caracoles, a la búsqueda de los primeros rayitos de sol. Se percibía libertad. Se nos enseñaba, pero se nos dejaba elegir. No sentía conductismo ni adoctrinamiento. Subyacían, reflexión, capacidad de crítica y valores. Se construían buenas personas y además los mejores profesionales. Si esta entrevista fuera una review en Tripadavisor diría: “Sin duda; repetiría”.