Fueron días de conocer realidades nunca antes imaginadas, de compartir estilos y formas diferentes de vida, siempre teniendo como horizonte la idea de que a pesar de ser todo tan distinto, nos une algo que es universal: el amor.
Lukene Juárez, nos habla de su experiencia vital en la India. Una experiencia que le ha marcado profesional y personalmente.
¿En qué consistió tu trabajo como voluntaria en la India?
Básicamente la idea era conocer un proyecto que tiene Alboan en Gujerat.
El objetivo era dejarse llevar para vivir la experiencia de sumergirse en otro modo de vivir, de soñar…en el que el hilo conductor era la Compañía de Jesús; poder ver que más allá de nuestros colegios hay misión en otros lugares muy lejanos a los nuestros. De hecho, la idea del viaje puede resumirse en una palabra: compartir. Un compartir que empezó desde el aterrizaje, ya que nos juntamos diferentes personas de diferentes colegios, universidades, sectores… para construir un camino conjunto.
Una vez en Gujerat tuvimos ocasión de tener un primer momento de adaptación a la nueva realidad dónde diferentes jesuitas nos informaron de cómo se organizaban en su misión y nos dieron a conocer los principales proyectos en Gujerat.
En un segundo momento junto con mi compañera, nos sumergimos en el proyecto en sí, dos intensas semanas en un colegio dónde nuestro quehacer era el de acompañar a los profesores en su día a día pudiendo tomar parte en algunas de sus actividades. Fueron días de conocer realidades nunca antes imaginadas, de compartir estilos y formas diferentes de vida, siempre teniendo como horizonte la idea de que a pesar de ser TODO tan distinto, nos une algo que es universal: el amor.
¿Cómo es trabajar día a día con las niñas y niños en este país?
El día a día con estos niños/as tiene un poco de todo; mucha ilusión, a veces desesperanza… hay que tener en cuenta que el contexto en el que estos niños/as viven es muy complicado, lo que todos sabemos: falta de motivación para los estudios, derivado por una gran falta de estimulación por parte de los padres… y, lo que más terrible me parece, la falta de afecto que estas criaturas presentan, familias desestructuradas etc… ¿cómo puede un niño/a aprender sin tener las necesidades básicas (como puede ser la alimentación) cubiertas?
Pues podéis imaginarlo, con mucha dosis de paciencia, ingenio y dando importancia al plano de los afectos, aspecto en el que tanto allí como aquí tenemos mucho que profundizar.
¿Qué aprendiste durante este tiempo a nivel profesional? ¿Y en el terreno personal?
En cuanto al terreno profesional me he reiterado en la cuestión de que no se necesitan los mejores recursos del mundo mundial para poder enseñar. He visto cómo profesoras en condiciones de 35 grados de calor, con niños/as al borde de la desnutrición, han sabido ingeniárselas para poder enseñar algo o, por lo menos, se han esforzado para sacarles una sonrisa.
En el terreno personal, y enlazando esta cuestión con la anterior, me he llevado la firme idea de que los niños/as son «iguales» en todas las partes del mundo independientemente del contexto, tiempo…
Todos los niños/as necesitan lo mismo para ser felices y desarrollarse como humanos: sentirse queridos, así de simple y de complejo a la vez en esa parte del mundo como es India.
Sin esta base de amor incondicional no hay nada, no motivación, no ilusión, no hay ganas de ser mejor persona, de ayudar…
Parece una perogrullada, pero no podemos imaginar cuántos niños/as sufren y no pueden desarrollarse en su integridad por la falta de afecto.
¿Qué es lo que menos te ha gustado de la India? ¿Qué has vivido con mayor tristeza, desilusión, dureza…? ¿Qué te ha impactado negativamente?
Tengo que decir que para conocer los entresijos de la India, necesitaría una vida entera, la estructura y organización de la Sociedad es complejísima y siento que no he sabido entender muchas cosas.
Pero si me preguntan qué es lo que más triste me deja, sin duda es el papel de la mujer.
La mujer está considerada todavía hoy en día un mero objeto subordinado totalmente al hombre.
Creo que no se me olvidará en la vida la imagen de una niña (porque era una niña de no más de 13 años) en una aldea remota sosteniendo a su bebé recién nacido junto con otros 4 niños más a su alrededor, sólo con una mirada transmitía tanta tristeza y sufrimiento… esos ojos no los olvidaré nunca.
No obstante, y para poner una nota de color e ilusión en todo esto, también hemos podido ver algún proyecto para el empoderamiento de la mujer, con lo cual me deja un sabor agridulce y la esperanza de que algo se está haciendo para denunciar esta situación.
¿Crees que tu experiencia en la India ha cambiado tu manera de ver y de vivir la vida?
Está claro que estas experiencias siempre marcan un antes y un después en tu vida, muchas veces inconscientemente y, otras veces, eres más consciente de aquello que te ha marcado.
Por un lado me llevo para siempre una serie de anécdotas, vivencias, experiencias… que forman parte de mí y, que de vez en cuando, recuerdo con más o menos nostalgia.
Tengo una sensación agridulce con la India, por un lado me siento muy afortunada de poder haber aportado mi cariño a algunos niños/as, de haberles hecho sonreír, quizá es un poco egoísta pero es con lo que me quedo. Por otro lado, se me encoje el corazón al saber que queda tanto por hacer, que hay tanta injusticia y que aquí, seguimos cada uno en nuestro mundo de color de rosa, acordándonos sólo de vez en cuando de lo que queda por hacer.
Por último, me llevo muchísimas vivencias positivas con los mejores compañeros de viaje que me podían tocar, no nos conocíamos de nada y esta experiencia también ha marcado un antes y un después en nuestras relaciones, a veces profesionales, dando opción a conocernos en el plano personal, y la verdad es que creo que son amistades de las buenas y duraderas.
Actualmente, trabajas en el colegio Jesuitak de Durango, ¿qué crees que puedes aportar a la educación integral de las niñas y niños por tu vivencia en la India?
Como profesora de infantil que soy, he querido exprimir y compartir toda mi ilusión del viaje con mis alumnos. El hecho de compartir videos/fotos dónde la «andereño» aparece en un contexto tan desconocido y surrealista para estos, me ha dado opción a trabajar de una manera más significativa muchísimos aspectos: la sociedad, la educación, los recursos…
De hecho, «aprovechamos» la semana solidaria del colegio para poder trabajar la India y cumplir el sueño de unos niños que dormían en el suelo dentro de este colegio en el que yo había estado. Por supuesto conseguimos muchísimo dinero para comprar 30 camas para estos niños/as, pero lo mejor de todo esto, es que pude acercarles una realidad diferente a través de charlas, juegos, dinámicas… y parece ser que no lo olvidan.
A parte de este proyecto solidario y, como he dicho anteriormente, el viaje de la India me ha servido para resituarme y darme cuenta de que aquí también hay injusticias (falta de tiempo por parte de los padres, presión social…) que hay que solventar con dosis de ingenio y mucho mucho amor.