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Becas Deusto Arrupe y filantropía

El pasado 4 de diciembre, el Rector de la Universidad de Deusto, Juan José Etxeberria, SJ, invitó a un encuentro a representantes de las entidades y empresas colaboradoras, donantes individuales, así como a las personas beneficiarias del programa de Becas Deusto Arrupe. El acto, organizado por Deusto Alumni, se celebró en la recientemente inaugurada sala Barandiarán del Campus de Bilbao de la universidad.

Jesús Riaño, director de Deusto Alumni, saludó al rector, a las autoridades académicas que lo acompañaron y a las personas invitadas e hizo una breve presentación del recorrido del programa. Desde su creación en 2021, estas becas han tenido un impacto directo en la vida de más de 76 estudiantes y sus respectivas familias. Estudiantes que cursan 14 titulaciones diferentes, superando barreras socioeconómicas y fomentando el talento. En estos tres años, gracias al compromiso de 213 donantes individuales y 7 organizaciones, se han recaudado 630.000 €, una cifra que refleja el poder de la solidaridad y la importancia de invertir en educación.

Entre las 76 personas beneficiarias de estas Becas, 28 provienen de diversos países incluyendo Argentina, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Georgia, Honduras, Italia, Marruecos, Nicaragua, Paraguay, Perú, Portugal, Sáhara, Ucrania y Venezuela.

Este programa de becas supone que cada año 25 jóvenes de nuevo ingreso con un excelente expediente académico y más allá de brechas socioeconómicas, se unen a los becarios y becarias Deusto Arrupe de promociones anteriores. Estas becas pueden llegar a cubrir hasta el 100% de los estudios de grado, constatando que el talento se reparte equitativamente por todo el mundo, pero las oportunidades no.

A continuación, dio la palabra a Glòria Oliver, Directora General Adjunta de la Fundación Pasqual Maragall y Presidenta de la Asociación Española de Fundraising. Oliver habló de “El poder transformador de la filantropía”. Etimológicamente, «phílos» es amor y «ánthropos», ser humano. Filantropía, por tanto, amor al ser humano, amor al género humano.

Vemos cómo hay personas quienes, tras una catástrofe natural, crean mareas humanas con cubos y escobas en Valencia. Un empresario quien, nos guste o no, dona 100 millones para damnificados por la dana. Personas quienes, pudiendo, dan de lo que tienen, simplemente porque les falta a otras… Y llega hasta Ignacio de Loyola, quien tiene un enfoque integrado que cultiva no solo el intelecto, sino también el corazón y el espíritu —“ser más, para servir mejor”—y concibe que la educación debe preocuparse por la formación de líderes para la sociedad, desarrollando habilidades de liderazgo, siendo conscientes de las necesidades de los demás y contribuyendo positivamente a sus comunidades. Esto nos lleva a la filantropía entendida como el desarrollo de actividades destinadas al bien común y su correlativa dedicación de recursos financieros y tiempo a tales actividades.

Y, para finalizar su alocución, lanzó una pregunta:

“¿Cuál es el poder transformador de la filantropía en la educación superior?
La educación superior transforma vidas y sociedades (…) La generosidad de individuos, fundaciones y corporaciones es inmensamente valiosa para impulsar el impacto social de las instituciones educativas. La filantropía, a través de las Becas Deusto Arrupe, tiene un poder transformador que va más allá del ámbito académico. Facilita el acceso a la educación, promueve valores humanistas y contribuye al desarrollo integral de individuos que, a su vez, trabajan por el bienestar de la sociedad”.

Y conectó esta reflexión con la conocida exhortación de Pedro Arrupe de formar “hombres y mujeres para los demás” exhortación que inició un proceso de revisión de las instituciones educativas de la Compañía de Jesús con retos que se extienden al presente y miran al futuro.

A renglón seguido, Alma —4º Derecho— y María José — 3º Ingeniería en Organización Industrial—, estudiantes beneficiarias de las Becas Arrupe, participaron en un diálogo moderado por Riaño. En este momento se pusieron en evidencia dignidad, agradecimiento, resiliencia, ilusión y deseo de reciprocidad. Durante la pandemia, la madre y el padre de Alma perdieron sus trabajos y ella tuvo que ponerse a trabajar, abandonado su sueño: los estudios de Derecho iniciados en Deusto. María José, tras la incautación de la Universidad Centroamericana de Nicaragua (UCA) por parte del régimen Ortega-Murillo en agosto de 2023, se vio obligada a dejar su país. Gracias a las becas Arrupe, Alma está a punto de finalizar el Grado en Derecho y María José, mirando a la audiencia, dice: “habéis conseguido que una niña de pueblo pueda convertirse en ingeniera”. Ambas reconocen que nunca olvidarán que hubo alguien que creyó en ellas y las apoyó, para hacer ellas lo mismo con otras personas.

Para finalizar, el rector tomó la palabra.

Consideró “un verdadero privilegio y una inmensa alegría” estar rodeado por quienes han hecho posible que este programa sea una realidad y subrayó la “importancia de seguir construyendo juntos un proyecto educativo transformador, profundamente enraizado en los valores de la Universidad de Deusto y en nuestra tradición ignaciana”.

Agradeció a las y los donantes “por creer en el poder de la educación, en el talento de nuestros jóvenes y en la capacidad que tienen para transformar nuestra sociedad (…), comprometiéndoos con una causa que tiene impacto directo en las vidas de muchos jóvenes y sus familias (…) no es simplemente una aportación económica, es un acto de fe en las personas. Es un acto de confianza en esos jóvenes que no siempre tienen los recursos necesarios para desarrollarse, pero sí cuentan con el talento, la determinación y el coraje para avanzar hacia sus metas”.

Recordó que “en la tradición ignaciana, (…) hay un valor fundamental que nos guía: ser hombres y mujeres para los demás”.

Y se dirigió a las personas receptoras de estas becas: “sois la razón de ser de este proyecto. Vuestro esfuerzo, vuestra dedicación y vuestro compromiso son la mejor respuesta al apoyo que habéis recibido (…) os invito a que no os quedéis ahí (…). Nuestra misión es devolver a la sociedad lo que hemos recibido. En el futuro, seréis vosotros y vosotras quienes podréis dar oportunidades a otros, quienes podrán inspirar a nuevas generaciones a seguir adelante”.

Para finalizar, pidió a todas las personas presentes que siguiéramos acompañando y creyendo en esta causa, y que lo hiciéramos como compañeras y compañeros de viaje, como personas comprometidas con una misión que busca no solo educar, sino transformar y humanizar nuestra sociedad”.

Cerró su discurso citando a San Ignacio de Loyola: «El amor se ha de poner más en las obras que en las palabras».

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