… no hay que cerrarse a nuevas experiencias, nuevos horizontes. Yo venía con una idea bien precisa de enfocar mi carrera hacia las instituciones europeas hasta que el sector sociocultural se cruzó en mi vida. Para crear contactos, conocer mejor el sistema laboral local y ganar experiencia, ¿por qué no empezar por una experiencia de voluntariado o prácticas?
Prácticamente poco después de terminar tus estudios universitarios en Deusto das el salto al ámbito internacional. ¿Podrías contarnos qué te hizo dar este paso?
Me fui de Erasmus en 2009, en plena crisis económica y cuando no se veían muchas oportunidades para licenciados en comunicación en nuestro territorio. Éramos muchos, con mucho talento, pero había poco sitio… Muchos de los que estudiaron conmigo salieron fuera en la misma época.
Además, no me sentía preparada para entrar directamente en el mercado laboral ni para seguir estudiando durante años, así que fui a probar nuevas experiencias, diferentes a las conocidas hasta entonces.
La vida asociativa, particularmente la juvenil, está muy desarrollada y asentada en muchos países europeos. ¿Cuáles consideras que son las principales similitudes y diferencias en esta área entre Euskadi y otros países de Europa?
De joven participé en asociaciones juveniles como el Gaztetxe de mi pueblo. La gran diferencia con Bélgica y otros países es la profesionalización. Aquí en Bruselas y Valonia, por ejemplo, todas las “casas de jóvenes” (maison de jeunes) son asociaciones animadas y gestionadas por profesionales adultos dejando sitio a los jóvenes vía los proyectos. Actualmente hay unas 300 asociaciones en la Bélgica francófona reconocidas y subvencionadas por el Gobierno para acompañar a los jóvenes en la apropiación de una ciudadanía responsable, activa, crítica y solidaria y así fomentar su participación a la sociedad y su expresión cultural. Como somos asociaciones reconocidas y subvencionadas, se nos imponen controles e inspecciones para analizar y examinar nuestros planes estratégicos. También tenemos contacto directo con el gobierno como sector organizado. Para ello las asociaciones se constituyen en federaciones como la que yo dirijo. El conocimiento que yo tengo del paisaje europeo es bastante similar al belga, incluso más, porque los centros para jóvenes nórdicos, por ejemplo, son públicos con un apoyo mayor del Gobierno. En Euskadi, en cambio, la autogestión por parte de los jóvenes está más generalizada.
A la vista de tu carrera profesional, se intuye en ti un fuerte compromiso tanto social como político. ¿Podrías hablarnos de los dos o tres proyectos que consideras que han sido los más importantes para ti en estos once años?
Lo del compromiso social viene de cuna, de mis padres, ambos muy movilizados. La política, en su faceta mas pura de construcción de un ideal de sociedad siempre me ha apasionado. En Bélgica he podido ejercerla plenamente.
En mi faceta profesional dos proyectos me han marcado. El primero trabajar ayudando a jóvenes y a niños con problemas que nadie puede llegar a imaginar en la capital europea. Fue un gran choque cultural, pero me hizo crecer como persona y como profesional. El segundo ver cómo alguien como yo: mujer, con niños pequeños, extranjera y sin contactos, puede llegar a ser coordinadora, secretaria general, de una federación profesional y trabajar en la creación de políticas de juventud codeándome con ministras y ministros o con consejeros y consejeras.
En lo personal, el trabajo realizado en la Euskal Etxea es un orgullo y un apoyo al estar lejos de casa.
¿Qué recomendación darías a las y los Alumni de la Universidad de Deusto a la hora de desarrollar su carrera profesional fuera de Euskadi? ¿Y en cuanto a hacerlo sin olvidar su responsabilidad social?
Personalmente, no concibo trabajar sin responsabilidad social. Desde el primer día en la universidad tuve claro que lo mío nunca sería la comunicación en una empresa enfocada en el negocio. Ahora sí, nunca seré millonaria, ni habrá primas, ni incentivos económicos. Pero la satisfacción de contribuir a mejorar la vida de otras personas, de las generaciones futuras, no tiene precio, en serio. Terminar el día orgullosa de haber contribuido a algo es mi mejor salario.
Empezar una carrera profesional fuera de casa en difícil sin una red de contactos, pero no hay que cerrarse a nuevas experiencias, nuevos horizontes. Yo venía con una idea bien precisa de enfocar mi carrera hacia las instituciones europeas hasta que el sector sociocultural se cruzó en mi vida. Para crear contactos, conocer mejor el sistema laboral local y ganar experiencia, ¿por qué no empezar por una experiencia de voluntariado o prácticas?
Además de darte las gracias, queda una última pregunta: ¿podrías contarnos qué recuerdos guardas de los años pasadospor las aulas de la Universidad de Deusto?
Con 18 años todo me parecía fantástico, pero señalaría la apertura hacia el mundo gracias a mis profesores y compañeros. Mis compañeros de GIZKO, la clase de euskera fueron camaradas de la evolución que presenta la universidad: de adolescentes a adultos. En general, remarcaría la cercanía de los profesores y en especial 3 que me marcaron: Leyre Arrieta y Eider Landaberea por hacernos comprender mejor el mundo y por mostrar tanta complicidad con sus estudiantes. Y Juan Pagola, por su visión de la comunicación como pilar de la sociedad. Y por su compromiso con la sociedad en general y con la de Deusto en particular. Gracias a él participé en un proyecto teatral. Nos ayudó también con el proyecto EuskalKultura para promover actividades culturales en euskera en el campus de Donostia. Incluso acabé apuntándome a un equipo de rugby femenino que nunca surgió. Eskerrik asko!!