… el día tiene veinticuatro horas para todos. Estudiar, trabajar, aprender idiomas… hay tiempo para todo. Simplemente es cuestión de determinación y de tener proyectos entre manos cada día.
Con una carrera profesional meteórica, que inicias casi en paralelo con tu Grado en Comunicación, consigues tener un abultado currículo, enriquecido además por los siete idiomas que dominas. ¡Enhorabuena! ¿Cómo has conseguido el tiempo suficiente para poder hacerlo todo y, por lo que se ve, con gran éxito? ¿Cuál es tu secreto?
La verdad es que no he sido consciente de lo mucho que me he movido hasta hace poco. ¡En las últimas entrevistas de trabajo leían mi CV y me echaban diez años más de los que tengo! (risas). En mi caso, siempre he perseguido esa sensación de ir dos pasos por delante, de hacer las cosas antes de que me lo pidan. Esto se aplica al ámbito profesional: mientras estudiaba la carrera tenía claro que quería salir de la universidad y entrar en el mercado laboral pisando fuerte. Eso se tradujo en trabajo, prácticas, miles de horas estudiando idiomas o aprendiendo a gestionar la reputación online.
En cuanto a la pregunta acerca del tiempo, me recuerda a una compañera del máster que me solía decir: ’’¡Me gustaría tener el tiempo que tienes tú para hacer mil proyectos a la vez, Borja!’’. Yo le sonreía y le recordaba que el día tiene veinticuatro horas para todos. Estudiar, trabajar, aprender idiomas… hay tiempo para todo. Simplemente es cuestión de determinación y de tener proyectos entre manos cada día.
Te defines como una persona que siente la emoción por la acción significativa y la necesidad constante de desafíos. Además, pareces ser muy intuitivo… ¿Podrías compartir con nosotros un par de experiencias positivas y otras dos que no lo sean tanto fruto de esta proactividad que te caracteriza?
La primera anécdota ‘’regular’’ que me viene a la cabeza tiene que ver con una presentación que hice en Dubái para una empresa tecnológica y que supuso un auténtico batacazo. No conocía el entorno, el público fue muy exigente, me comieron los nervios… pero al día siguiente volví a la carga con mucho aplomo y se materializó nuestra primera colaboración en Emiratos Árabes Unidos. ¡Fue tal la satisfacción que sentí! También recuerdo lo nervioso que me ponía las primeras veces que tuve que vender un producto a un cliente… Por suerte, he mejorado mucho como comercial desde entonces.
En cuanto a las experiencias positivas, jamás olvidaré cómo llegué a Televisión Española. Por casualidad conseguí el contacto de Bouziane Ahmed Khodja, periodista de renombre internacional y director del programa en el que acabé colaborando. Envié un correo electrónico con la certeza de que no iban a dedicarle ni un segundo. Sin embargo, una hora más tarde el propio Bouziane me convocó en el estudio de grabación y mostró un gran interés en las investigaciones periodísticas que había realizado hasta la fecha. Me trató siempre de una manera tan exquisita y confió tanto en mi capacidad para comunicar en televisión que disfrutamos muchísimo. Y por último, es de justicia rememorar la anécdota del programa que hizo Àngels Barceló en Donosti para Cadena Ser al producirse el alto al fuego definitivo de ETA. Mientras debatíamos en directo me venía a la mente lo mucho que había merecido la pena dejarme la piel preparándome para oportunidades tan bonitas como aquel programa que, de hecho, fue histórico.
Mientras realizas tu Grado en Comunicación trabajas en seis proyectos profesionales distintos, desde las relaciones públicas hasta el análisis de mercado. ¿Cómo consigues simultanear en esos momentos las dos carreras: la universitaria y la profesional?
Nunca lo vi como una opción, sino como un medio para conseguir mi fin. Mi meta era salir de la universidad y poder ofrecer a las empresas un perfil profesional que no quisieran perderse. Para ello, probé con trabajos en distintas áreas de la comunicación: el marketing, las relaciones públicas, los medios de comunicación, etc. Creo que fue clave estar muy atento a las oportunidades que se me iban presentando: por ejemplo, conocí por casualidad a un directivo de la Escuela de Comercio de Londres en un tren de Donostia a Irún. No estaba dispuesto a dejarle escapar y le pedí directamente que me contratara. Me vio tan lleno de ilusión y se lo dije con tanta firmeza que accedió.
¿Qué recomendarías a las y los Alumni de Deusto para conseguir desarrollar su carrera profesional y disfrutar en el proceso?
Lo primero de todo, que se pongan manos a la obra y consigan un empleo desde el primer curso. Es la única forma de entrenar y pulir las aptitudes que les posicionarán como profesionales de nivel.
Lo segundo, que disfruten de forma activa de todos los recursos y materiales que la Universidad de Deusto pone a disposición de sus estudiantes: clases, trabajos prácticos, conferencias, encuentros con los estudiantes Erasmus, voluntariado, etc. Todo ese conocimiento no hace más que sumar y sumar.
En tercer lugar, les animaría a que se pusieran a trabajar muy duro por conseguir un perfil internacional. Hoy en día, dominar totalmente el inglés es un requisito básico para desenvolverse en un mercado laboral globalizado. Se trata de demostrar que uno puede realizar las tareas cotidianas como presentar en público, llamar por teléfono o redactar informes en inglés y con total soltura. Que no olviden que van a competir con trabajadores cualificados de todo el mundo, que en muchos casos están acostumbrados a emigrar y que son poliglotas. El listón está muy alto y hablar idiomas es un sello cualitativo que les hará destacar.
Para terminar, volviendo a tus estudios en la Universidad de Deusto, ¿qué recuerdos guardas de esos años?
¡Son tantos! Recuerdo con mucho cariño los talleres de orientación laboral en cuarto curso, un trabajo que hicimos en grupo sobre los medios de comunicación para masas y los gritos de euforia al obtener la mejor nota, la tensión para aprobar el Erasmus en Holanda, lo intensas que eran las clases de oratoria… Soy de los que defienden que trabajar es más gratificante que estudiar, pero la etapa en la Universidad de Deusto es digna de recordar.