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El mundo es cada vez más pequeño y está al alcance de todos.

¿De dónde surgió la idea u oportunidad de viajar a Indonesia?

Casualidades de la vida, mi marido y yo, en aquel momento novios y ya con cierta estabilidad laboral en Bilbao, a pesar de que mucha gente piensa que todas las personas que marchamos al extranjero lo hacemos por motivos económicos o falta de trabajo, decidimos en el 2013 cambiar el rumbo de nuestras vidas y enfrentarnos juntos a un nuevo reto en Asia. De esa forma surgió la oportunidad de viajar a Indonesia.

A nivel anecdótico decir que, al tratarse de un país musulmán, no nos dejaban vivir juntos en una ciudad como Jakarta si no éramos marido y mujer; por lo que nos casamos para facilitar papeleos y temas de visados.

Los inicios son duros y eso que íbamos de la mano de la empresa de mi marido. Parece todo siempre un cuento de hadas, pero la realidad es bien distinta: ya no son esos quince días de vacaciones lejos de tu país, se trata de marchar lejos de casa a trabajar. Nos hablaban del “cultural shock” y es así, son muchos cambios de golpe. Nosotros estábamos acostumbrados a movernos y trabajar fuera así que, poco a poco, nos fuimos aclimatando a pesar de que nuestra primera ciudad fue Jakarta, conocida como The Jungle por su horrible tráfico. Allí ya fui haciendo mis cositas como freelance trabajando con una agencia para hacer de guía con grupos. Después de año y medio, nos fuimos a Jogjakarta, una pequeña ciudad en el centro de Java donde estuvimos dos años, antes de trasladarnos a Kuala Lumpur (Malaysia), donde ya llevamos viviendo casi otros dos. Así que, tras cinco años por tierras asiáticas, la verdad es que somos unos enamorados de dicho continente. Sin ir más lejos, la pequeña de nuestras dos hijas se llama Asya.

¿Qué diferencias encontraste en el mercado turístico y laboral con respecto a tu experiencia en Bilbao?

Hay muchísimas diferencias tanto personales como laborales, ni mejores ni peores, pero muy diferentes. Las culturas son diferentes al igual que la forma de relacionarse. Aquí, por ejemplo, no se te ocurra gritar a nadie en el trabajo, porque es lo peor que se te puede ocurrir hacer, así se bloquean y es de muy mala educación. Ellos dicen: ”don’t lose face” es decir, nunca perder los papeles.

De todo ello vas aprendiendo, es toda una experiencia. Vivir en países diferentes al nuestro te exige tener la mente abierta y estar dispuesto a asumir y compartir culturas diferentes.

¿Qué oportunidades ves en tu nuevo destino, Kuala Lumpur?

El índice de paro en Kuala Lumpur es muy bajo, por lo que hay muchas oportunidades profesionales, pero con la limitación de que solo te dejan entrar en el país con un visado especial de trabajo. Siempre hay que estar dispuesto a adaptarse constantemente al cambio. Hay ocasiones en las que te surgen oportunidades totalmente diferentes a lo que anteriormente has hecho en las que debes coger el tren y ponerte a los mandos. En Jogjakarta, por ejemplo, se pusieron en contacto conmigo porque necesitaban profesores de español y, a pesar de que al principio no me veía de profesora, luego me dije: “¿por qué no?” Y al día siguiente allí estaba delante de un montón de alumnos con mi pizarra y dando clases.

¿Cuáles son las claves a la hora de enfrentarse a un proceso de selección en los países en los que has vivido?

Dos puntos muy importantes: primero, la adaptación al país (costumbres, cultura…) es decir, como antes he explicado, el cultural shock. Y segundo, conocer la cultura, los timing, los protocolos de relaciones profesionales y personales. En definitiva, entender cómo se hacen los negocios. En China, por ejemplo, se realizan alrededor siempre de una mesa comiendo mientras que, en Kuala Lumpur, se produce bebiendo.
¿Qué consejos darías a los Alumni de la Universidad de Deusto que deseen desarrollar su carrera profesional en el extranjero?

Animarles, por supuesto, a coger la maleta y llenarla de nuevas experiencias, tanto personales como profesionales, porque en eso consiste la vida. El mundo es cada vez más pequeño y está al alcance de todos. El continente asiático ofrece muchas oportunidades para los profesionales del turismo, a pesar de que exige siempre estar dispuesto a sacrificarse y adaptarse al cambio. Creces mucho como persona y profesional y valoras más todo. También hay que dejar claro que es un gran sacrificio el estar lejos de la familia, amigos…en definitiva, de tu país y raíces. 

La historia más triste de mi vida me pasó viviendo en Indonesia, hace ya tres años mi padre enfermó y me comunicaron que tenía que volar a casa porque estaba muy mal. Cogí el vuelo al día siguiente, pero, con el cambio horario y la suma de más de 24 horas de viaje, no llegué. Fue muy duro, durísimo, siempre me queda esa cosa. Un peaje muy caro, la verdad, por vivir lejos de casa.
 
¿Qué recuerdos puedes compartir de tu paso por la Universidad de Deusto?

Tengo maravillosos recuerdos de mi paso por la Universidad. Tuve profesores excelentes con muy buen nivel que nos dieron lo mejor de ellos y nos acercaron al mundo laboral. En cuanto a mis compañeros, guardo buenas amistades de aquellos años. Sin ir más lejos, hace una semana, una antigua compañera y amiga de la universidad que trabaja en una compañía aérea, me escribió para decirme que estaba haciendo la ruta del Sudeste Asiático y que estaría por Kuala Lumpur un par de días. Allí nos juntamos las dos a recordar viejos tiempos.

De todo corazón, agradecida por mis años pasados en la Universidad de Deusto.