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Me parece fundamental decir la verdad, ser transparentes más allá de publicar nuestros sueldos o nuestros patrimonios

Aitziber Irigoras, licenciada en Derecho Económico (prom. 96), es Alcaldesa de Durango desde 2008.

¿Por qué cambiaste tu actividad docente por la política?

Lo cierto es que tuve la suerte de poder compatibilizar ambas labores durante unos años. Desde el 2003 hasta el 2008, fui Teniente de Alcalde de Durango y compaginé esta actividad con la docencia en la Universidad de Deusto (Historia del Derecho). Tengo un recuerdo estupendo de esa época, porque me permitía dedicarme a dos labores que me apasionan. Sin embargo, en 2008 falleció el Alcalde, tuve que hacerme cargo de la Alcaldía y desde el inicio me quedó claro que era imposible compatibilizar el trabajo de una Alcaldesa con la docencia, por lo que tuve que solicitar la excedencia en la Universidad. Posteriormente he sido reelegida en 2011 y 2015, aunque espero poder volver a la docencia en Deusto algún día.

Hablemos de política. Donald Trump en EEUU, Nigel Farage y el brexit en el Reino Unido, Le Pen en Francia, el presidente sueco con su política contra los inmigrantes, Syriza en Grecia, representan el surgimiento de partidos y políticos de rechazo a la política actual. Políticos extravagantes que ofrecen soluciones imposibles. ¿Qué está pasando en la política?

Mi ámbito de actuación es la política municipal, por lo que no tengo un conocimiento profundo de las corrientes políticas que se promocionan a lo largo y ancho del mundo, pero sí creo que hay un factor común a todos estos movimientos: ofrecen soluciones simples y superficiales a problemas complejos y profundos. Ello hace que sus propuestas sean relativamente fáciles de explicar, de entender y de ser asimiladas por una sociedad en crisis (económica pero también social y, sobre todo, de valores). Las soluciones mágicas que proponen provocan embelesamiento en el corto plazo y frustración a la larga. No creo que los políticos debamos de actuar con ese grado de irresponsabilidad respecto de la sociedad a la que decimos servir.

A la ciudadanía sí le preocupa la política, aunque no parece que tengamos mucha fe en los partidos políticos. ¿Qué tendríais que hacer para recuperar la confianza de las personas?
Para empezar, y uniéndolo a la respuesta anterior, me parece fundamental decir la verdad, ser transparentes más allá de publicar nuestros sueldos o nuestros patrimonios. No podemos tratar a la ciudadanía como si fueran menores de edad. Si la situación es complicada económicamente, si va a haber menos dinero para invertir, si hay que reducir algunas partidas económicas… debemos explicarlo y hacernos responsables en la parte que nos toque. Sin embargo, en lo que se refiere a la realidad vasca, creo que todavía disfrutamos de un alto grado de compromiso político de la sociedad, por lo que, esa desafección que parece haberse instalado en otros lugares, debemos velar para que no arraigue entre nosotros.

Siempre has estado muy vinculada a Deusto, ¿qué te ha aportado la formación académica recibida en el ejercicio de la política?

Yo diferenciaría dos momentos. El primero tiene que ver con la formación académica en sentido estricto (la licenciatura y el doctorado). De esa etapa conservo en el día a día político la capacidad de ordenar el pensamiento, de racionalizar las cuestiones, de organizar el trabajo de determinada manera. Respecto de la etapa docente, destacaría lo aprendido a la hora de transmitir contenidos de forma pedagógica, lo que me resulta muy útil para comunicar la labor municipal a la ciudadanía, a los medios de comunicación, a los trabajadores municipales etc. De ambas etapas me quedo con lo interiorizado en cuanto a servicio a la sociedad y solidaridad.

¿Animarías a los alumni que acaban ahora sus estudios a desarrollar su actividad profesional de servicio a la sociedad a través de la política?

Por supuesto, pero solo en el caso de que sientan una pasión especial por la Política, es decir, que además de estar de acuerdo con una determinada ideología, sientan que la opción que toman es también parte de ellos y ellas, de sus vidas, de su forma de ser y estar en sociedad. Me parece que un político debe vincularse desde la razón, sin duda alguna, pero también desde el corazón. Lo contrario nos llevaría a la burocratización absoluta de la Política, a hacer Política de laboratorio, sin contacto con lo que piensa y, sobre todo, siente la gente. Nos llevaría a artificializar la Política. Y yo, personalmente, pienso que debemos hacer Política con cara y ojos, bien pensada, bien diseñada, pero contrastada con la realidad de nuestras ciudadanas y nuestros ciudadanos, y para eso hacen falta tanto el corazón como la razón.