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Adrián Arenas Álvarez

“No existe el yacimiento perdido, ni el tesoro oculto, ni el mito enterrado, solo lo que aún no se ha encontrado o investigado. Existe el estudio exhaustivo y la investigación, y, aun así, muchos de los descubrimientos arqueológicos más importantes son fruto de la pura casualidad.”

Terminas tus estudios de Licenciatura en Historia y te lanzas en busca del yacimiento perdido. ¿Cuándo descubres que la arqueología es tu pasión?

Desde que estaba en el colegio sentía un interés especial por la Historia, y en relación a esta, la Arqueología. Durante mis estudios universitarios esa obsesión no hizo más que crecer. De ahí que al acabar mis estudios en Bilbao decidiera lanzarme a Madrid a estudiar lo que me gustaba.

Ahora bien, es necesario entender que se trata de una profesión tan idealizada como incomprendida. La mayoría de la gente no conoce la auténtica labor del arqueólogo, lo que supone que se tenga una idea equivocada de la misma y, muchas veces, no se valore o se critique. De ahí que existan actualmente tantos proyectos vinculados a la socialización de la arqueología y el patrimonio. Se está intentando normalizar la industria para que la gente entienda la realidad de la labor arqueológica.

Para ello, sería necesario empezar a descartar algunos de los mitos hollywoodienses o novelas históricas de los que todos nos hemos enamorado en algún momento. No existe el yacimiento perdido, ni el tesoro oculto, ni el mito enterrado, solo lo que aún no se ha encontrado o investigado. Existe el estudio exhaustivo y la investigación, y, aun así, muchos de los descubrimientos arqueológicos más importantes son fruto de la pura casualidad. El arqueólogo simplemente usa los escasos recursos de los que habitualmente dispone para encontrar respuestas que lo acerquen a una reconstrucción histórica lo más acertada y cercana posible a la realidad. Para ello se apoya en muchas otras disciplinas y metodologías científicas que lo ayudarán en su interpretación final.

Tras tus experiencias en Malpartida de Cáceres, Pompeya, Madrid y Girona das el salto hasta México para, finalmente y en cinco años, llegar a Reino Unido. ¿Podrías contarnos algo de esta travesía?

Fundamentalmente, me he movido en base a oportunidades laborales y deseos personales. La arqueología puede ser un mundo difícil, con escasas oportunidades profesionales donde la mayor fuerza de trabajo actual es voluntaria y vinculada al mundo universitario.

Ahora bien, obviamente me ha dado algunos de los mejores momentos no solo profesionales, si no personales y vitales: poder colaborar en uno de los yacimientos más reconocidos e impresionantes a nivel mundial como Pompeya, o en proyectos donde tuve la oportunidad de combinar uno de mis hobbies favoritos, el buceo, con mi carrera profesional, en la excavación de un barco hundido hace más de dos mil años en la costa de Girona.

Pero la experiencia en México, epicentro de una de las arqueologías más interesantes y atractivas, donde tuve la ocasión de trabajar en una de las revistas de arqueología e historia más activas del momento, fue posiblemente la guinda del pastel.

Sin embargo, es en el Reino Unido donde he encontrado mayor estabilidad, he visto más oportunidades de futuro y me he sentido más cómodo.

¿Podrías contarnos algo de los proyectos en los que has trabajado lo largo de estos cuatro años en el Reino Unido?

Reino Unido tiene una de las industrias de arqueología más potentes a nivel mundial. Ha desarrollado una infraestructura muy potente vinculada a la construcción, que obliga a inspeccionar todos los terrenos en los que se va a desarrollar cualquier tipo de obra. Es lo que se suele identificar como Arqueología Preventiva o de Urgencia, o como lo llaman aquí, «Commercial Archaeology». La inversión tanto del gobierno como de promotores privados hace que cuente con muchos más medios que en otros países y, por tanto, con mayor oferta de trabajo. Arqueólogos de toda Europa e, incluso, de todo el mundo, nos reunimos aquí con el mismo objetivo: ser capaces de ganarnos la vida haciendo lo que nos gusta.

Habitualmente el trabajo se resume en pequeñas evaluaciones del terreno para evaluar su interés arqueológico, o en pequeñas excavaciones sin excesiva importancia para el mundo externo a la arqueología. Sin embargo, son necesarias para ayudar a salvar el patrimonio y la cultura de un país.

Esto no significa que a menudo no tengas la oportunidad de ver cosas que te hacen recordar por qué este mundo te apasiona y decidiste dedicar tu vida a ello. En mi caso, un «trackway» neolítico que conserva madera de más de 5000 años de antigüedad en perfecto estado; una villa romana que aún mantiene restos de pintura en sus muros o mosaicos en el suelo, o una de las principales calzadas por las que el ejército avanzaba en su conquista del país; el foso de un castillo medieval lleno los desechos que la gente arrojaba al mismo; o un bonito reloj de sol y un mirador del que se desconocía la existencia en los jardines de la típica «Manor» de la campiña inglesa, al estilo Jane Austen o Downton Abbey.

¿Qué recomendarías a las y los Alumni de la Universidad de Deusto a la hora de plantearse el desarrollo de su Carrera profesional en un país distinto del suyo?

Toda experiencia que te aleje de tu zona de confort, esa área de seguridad que la mayoría teme abandonar en un principio, se acaba convirtiendo sin duda en uno de los mayores factores de crecimiento tanto profesional como personal. Incluso si es simplemente durante una breve temporada, es algo que recomendaría a todo el mundo.

La necesidad de enfrentarse a situaciones que no conoces o que no controlas, añadido al hecho de encontrarse a menudo solo y sin apoyo ante ellas, es algo que definitivamente te endurece, potencia tu confianza y te hace madurar. Y si lo llevas al plano profesional, todo se acentúa. Te hace darte cuenta de lo que eres capaz de hacer y conseguir si te lo propones y te esfuerzas. Y, si a ello añades factores como el choque cultural o el idioma, el reto es aún mayor. Ahora bien, cuanto mayor es el reto, mayor es la hazaña, la satisfacción personal e, incluso, la recompensa.

Si al acabar los estudios los graduados aún están interesados en desarrollar una carrera profesional en el extranjero, o aun no estando seguros de ello quieren darle una oportunidad a otro país y probar la experiencia durante un corto periodo de tiempo, mi recomendación personal sería valorar una de las numerosas becas que el gobierno concede con este objetivo. No sólo destacará brillantemente en tu CV, te ayudará a desarrollar nuevas habilidades, conocer gente o mejorar tu nivel de idiomas. Pero, sobre todo, te permitirá vivir una experiencia vital que nunca olvidarás.

Para terminar, no sin antes agradecerte por tu colaboración en este número de Alumni Time, ¿qué recuerdos guardas de tus años como estudiante de la Universidad de Deusto?

Deduzco que como para la mayoría de la gente, fue una de las mejores etapas de mi vida. Divertida, emocionante, interesante y también sufrida, cualquier carrera universitaria tiene sus momentos de sufrimiento y estrés, pero el resultado y las posibilidades de futuro lo compensan.

Obviamente te une a la gente, y es posiblemente el mejor recuerdo que guardo, mi cuadrilla de amigos que echo tanto en falta y con los que he vivido tantas cosas que no importa cuánto tiempo pase, el reencuentro es como si nunca hubiesen pasado los años. Las mismas bromas y las mismas anécdotas que recuerdas una y otra vez y nunca cansan. Esos pequeños detalles son los que convierten a la vida universitaria en algo especial.