
Creo que los dos entornos —práctica profesional y docencia— tienen que ir de la mano. Añadiría un tercer pilar, la investigación básica y aplicada: la combinación de la investigación con la práctica clínica y la docencia me parece la mejor combinación para formarse como un profesional que puede ayudar a las personas. Esto vale para cualquier profesión, obviamente. Y, lo más interesante es que podemos impactar positivamente en las personas desde cualquier rol o posición
Desde que terminas tu licenciatura en Psicología has sido ejemplo de aprendizaje a lo largo de la vida: cinco másteres y distintos programas de especialización. ¿Qué ha supuesto para ti esta formación continua?
Antes de responder a la pregunta, me gustaría empezar por agradecerte mucho si estás leyendo este poquito acerca de mí.
Para mí la formación continua, además de una obligación que llevamos los profesionales de la psicología en “nuestro ADN”, por decirlo así, es siempre como una vuelta a casa: es un punto de encuentro con colegas, amigos y con profesionales de otros ámbitos y es, además, un lujo y un placer seguir adquiriendo conocimiento para formarme como persona, además de contribuir a ser mejor psicóloga. ¡Ojalá tuviéramos más formaciones transversales con otros profesionales y no solo con colegas de nuestro mismo ramo!; así nos obligaríamos a hablar y comunicarnos desde otros puntos de vista y a ser mucho más pragmáticos.
Obviamente, conlleva inversión de esfuerzo y horas extra, lo cual no siempre ha sido sencillo, sobre todo para conciliar. Os contaré que siempre que estoy terminando un programa de formación, pienso que me tomaré un tiempo de descanso sin estudiar nada reglado, pero al poco rato me encuentro buscando ya la siguiente formación que voy a realizar… Y así sucesivamente.
Además del ejercicio de la psicología clínica y la neuropsicología eres docente en distintas universidades. ¿Qué te aportan estas dos prácticas profesionales? ¿Las recomendarías en otras profesiones?
Siempre he trabajado teniendo muy cerca el estudio de la disciplina que estoy tratando. Y me encanta enseñar empleando para ello mi experiencia práctica. Aprendo mucho escuchando las ideas e inquietudes que aportan los alumnos. También, ¡cómo no!, de las críticas que hacen. Creo que los dos entornos —práctica profesional y docencia— tienen que ir de la mano. Añadiría un tercer pilar, la investigación básica y aplicada: la combinación de la investigación con la práctica clínica y la docencia me parece la mejor combinación para formarse como un profesional que puede ayudar a las personas. Esto vale para cualquier profesión, obviamente. Y, lo más interesante es que podemos impactar positivamente en las personas desde cualquier rol o posición. Me gusta ejercer ambas contando con las dos, de lo contrario me encontraría un poco limitada. Ya nos lo enseñó el psicólogo social Kurt Lewin, cuando nos dijo: “no hay nada más práctico que una buena teoría”. Creo que no podía estar más acertado para representar esa unidad que praxis y conocimiento deben componer.
Entre 2013 y 2024 has sido Psicóloga Forense en el Instituto de Medicina Legal y Ciencias Forenses, Ministerio de Justicia. En estos casi doce años habrás podido enfrentarte a múltiples situaciones. Respetando la confidencialidad, ¿cuál recuerdas como la más compleja y cuál la más satisfactoria?
Las situaciones más complejas trabajando como psicóloga forense dentro de un equipo de asesoramiento técnico a Jueces, Fiscales y abogados, tienen que ver siempre con las personas más vulnerables. Se tratan temas muy sensibles, con muchas aristas, en los que surgen nuevas preguntas y debates éticos y deontológicos constantemente. No son cuestiones que estén zanjadas, sino que son muy dinámicas; en la última década hemos presenciado numerosas reformas legislativas, muchas de ellas propiciadas por los cambios sociales y la lucha de estos colectivos vulnerables. No siempre ha sido fácil dejar a un lado la experiencia emocional que suscitan estas situaciones y anclarse en la visión objetiva y neutral. Destacaría las más complejas como las evaluaciones de niños y niñas que desgraciadamente no cuentan con un entorno de protección y estabilidad. Y las más satisfactorias tienen que ver con el trabajo bien hecho, es decir, la coordinación con otros profesionales que han ayudado a plantear una visión de conjunto, la redacción de un informe de calidad, para lograr el resultado perseguido, en el sentido de asesorar las mejores medidas judiciales, y terminar así con “un final feliz”.
En 2019 ve la luz tu Manual de Neuropsicología Forense: una disciplina emergente. ¿Podrías acercarnos un poco a esta especialidad en el contexto jurídico?
Se trata de una subespecialidad híbrida entre las ciencias forenses y las neurociencias, cuya función es asesorar a los tribunales en materia neuropsicológica. En nuestro contexto, casi siempre sucederá en forma de una evaluación pericial neuropsicológica de una persona involucrada en un procedimiento judicial, ya sea en materia civil, penal o laboral, para tomar una decisión legal enriquecida con la valoración técnica del experto. Se trata de un área apasionante, muy joven y en pleno proceso de expansión. Resulta complejo realizar este trabajo de asesoría tan técnica para determinar si la persona comprendía, o sabía, o recuerda y de qué modo unos determinados hechos, o incluso si tiene las capacidades para tomar determinadas decisiones. Pero es aún más desafiante explicar de manera útil, directa y comprensible al operador jurídico todas estas apreciaciones que proceden de la clínica, desde un plano neutral, riguroso y fundamentado en la literatura científica.
Desde julio de 2024 eres Psicóloga en el Consejo Superior de Deportes. ¿Ha sido un cambio significativo en tu vida profesional?
Por supuesto que sí, ha supuesto un gran crecimiento para mi carrera profesional, pero sobre todo me ha ayudado a desempeñar otras habilidades para el trabajo en equipo dentro de una organización apasionante. Me he enfrentado a la necesidad de continuar formándome en un área aplicada de la Psicología que hasta este momento no manejaba, y se trata de un trabajo precioso. De este proceso de cambio podría destacar que me he dado cuenta de lo que suponen los entornos de alto rendimiento para las personas, y no solo hablo del deporte de alto nivel, sino de cualquiera de los entornos de trabajo con elevados requerimientos en los que pensemos: la academia, las disciplinas artísticas, las empresas… Vivimos a muchas revoluciones y contribuimos a un entorno de hiperexigencia en general, por lo que no podemos olvidarnos del cuidado personal. Entrenar estas habilidades de autorregulación es la parte más importante del trabajo que desarrollo actualmente con los y las deportistas de alto nivel.
Agradeciéndote por compartir tu experiencia en este número, una última pregunta. ¿Qué recuerdos conservas de tu paso por la Universidad de Deusto?
Tengo maravillosos recuerdos de aquella etapa. Parece que fue hace muy poco, pero ya se han cumplido 25 años de nuestra promoción. Acudía cruzando a pie el único puente que atravesaba la ría por aquel entonces, el de Deusto. ¡Qué transformación ha vivido la Universidad con el maravilloso cambio de la ciudad! Todo pasaba por el contacto de persona a persona, de grupo a grupo y ya entonces comenzábamos a escuchar a alguno de los profesores que nos solicitaba enviar los trabajos ¡por correo electrónico! Acudíamos con frecuencia al laboratorio de psicología y vivíamos intensamente la convivencia en el Campus, acudiendo a debates, cine fórums, exposiciones de comunicaciones y posters. Me di cuenta pronto de que el área de la neuropsicología, que en aquel momento estaba en plena ebullición, era la que más me atraía. Recuerdo con especial cariño a varios de los profesores que alimentaron ese interés como Helena Matute, Natalia Ojeda, o Imanol Amayra, a los que aún tengo como referentes. Fui muy afortunada y aún me siento muy vinculada a mi Facultad (FICE). En primavera de 2024, mis compañeros y compañeras de profesión en la Asociación de Psicología Forense de la Administración de Justicia (APF) y yo, organizamos el primer Congreso de Psicología Forense dentro de la Universidad de Deusto, con la colaboración del Colegio de Psicología de Bizkaia y la propia Universidad. Lo destaco porque fue un momento muy especial y emotivo que me transportó a mis recuerdos durante los estudios de Licenciatura.