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La necesidad de escribir se puede vivir de muchas maneras. Puede ser una necesidad de recoger por escrito determinadas vivencias. Otras veces, la necesidad de poner sobre el papel reflexiones íntimas. O a veces, crear historias, como es mi caso. Si es una vocación real, se tornará en una necesidad imperiosa que no podrán obviar. Aunque no les lea nadie nunca, aunque lo que escriban solo sirva para poner orden en su cabeza, si es una necesidad, deberán escribir.

Antes de nada, muchísimas felicidades por el reciente nacimiento de vuestro quinto hijo.

¡¡Muchas gracias!!

Hace tres años ve la luz tu primera novela La ciudad de la lluvia y el año pasado, El lenguaje oculto de los libros. La elaboración del primero te lleva mucho más tiempo que la del segundo. ¿Podrías contarnos un poco de los comienzos y posterior desarrollo de cada uno de estos proyectos?

Se ha dicho que “La ciudad de la lluvia” me llevó más tiempo porque es verdad que estuve muchos años con la historia. No tenía plazos, nunca supe si lo que estuve escribiendo durante años en la intimidad de mi cuarto, lo leería nadie en algún momento. Luego vino Planeta-Destino, les fascinó, lo publicaron y se dio toda la vorágine de su éxito literario… Era una novela negra, que se desarrolla en el Bilbao de 1983. Año de las inundaciones y de los triunfos del Athletic. Una época gris, industrial y con el terrorismo de fondo. Un abogado de reconocido prestigio y un futbolista del Athletic y una empresaria investigan los asesinatos que se están produciendo -solo ellos saben que son asesinatos, cuando el resto del mundo piensa que son suicidios o muertes naturales casuales- y sus pesquisas les llevan a ligar esas muertes a la extraña historia de un personaje que estafó a los nazis en Berlín en 1941. Fue una novela con mucha preparación y mucha gente detrás (jugadores de por entonces, como Vicente del Bosque, o muchos grandes empresarios de la época).

La novela que acabamos de publicar -y que animo a todos a que lean (risas)- es la de “El lenguaje oculto de los libros”. Esa “solo” me ha costado tres años, aproximadamente. La cuestión es que con esta historia, al escribirla, sí sabía que iba a tener miles de lectores y también sabía que tenía unos plazos de entrega con Destino. Eso añade más presión, pero también te tranquiliza en cuanto a que tienes más medios, más seguridad en lo que escribes, y más experiencia.

Creemos -así lo ha dicho la crítica y la prensa, a la que agradecemos que se haya volcado con el libro- que nos ha salido una novela redonda. Es un thriller de aventuras, diseñado para enganchar desde el principio. Trata de la historia de un famoso escritor y empresario de los años 30, Gabriel de la Sota, que vive a caballo entre Bilbao y Oxford. Por un oscuro secreto de su pasado, alguien desconocido -a quien le dan el apodo del “Señor del Mal”- le hace la vida imposible. Antes de morir, este escritor pide a sus mejores amigos J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis que le ayuden a escribir la mejor obra jamás escrita. Treinta años más tarde, se revela que en esa novela póstuma pueden estar escondidas las pistas hasta de un tesoro escondido del famoso escritor. Y todo el mundo, -incluidos Tolkien y Lewis, que quieren saber qué enigma escondió la muerte y la última novela de su amigo- se lanza a la búsqueda de esas pistas… y el Señor del Mal vuelve a aparecer y a asesinar a quien se interpone en su camino.

Se trasluce una cuidada y profunda labor de investigación en ambas obras. Además, sus tramas se sitúan en épocas que no conociste como adulto. ¿Cuáles consideras que han sido las principales dificultades con las que te has encontrado para engranar ambientes y escenarios pasados?

Es una de las cosas más bonitas de ser escritor. El sumergirte en épocas pasadas o en territorios desconocidos. Con “La ciudad de la lluvia” fue más fácil porque eran los años 80 y mucha gente pudo hablarme de aquel tiempo. Con “El lenguaje oculto de los libros” la labor de documentación ha sido muy grande. No solo porque hablo de dos épocas entrelazadas por el secreto que esconde una novela, años 30 y años 60. Sino porque en ella aparecen personajes históricos como J.R.R. Tolkien y C.S. Lewis, que son unos de los protagonistas más relevantes. Tuve que investigar no solo sus obras y su vida, sino su carácter, porque tienen voz y personalidad en esta novela.

Por supuesto, hube de viajar a Oxford, una ciudad universitaria preciosa y que puede verse casi tal y como era a principios de siglo pasado. Allí me documenté sobre la ciudad, sobre la universidad, y sobre Tolkien y Lewis, con expertos en la materia.

La novela hace una conexión entre la Universidad de Deusto y la de Oxford, con la que he disfrutado mucho.

Dedicas parte de los beneficios de la venta de tus obras a proyectos sociales: Cáritas, el primero, Pequeño Deseo, el segundo. ¿Cuál es tu consideración respecto de la responsabilidad social individual?

Yo tengo otro trabajo. Trabajo en el bufete y tengo familia amplia. Pero escribo por vocación. Así que eso supone unos sacrificios que no son solo individuales: también mi familia los sufre a veces cuando en vacaciones de verano, no puedo apuntarme a todos y cada uno de los planes, por ejemplo. Creí oportuno que vieran que parte de lo que hago al escribir es por un motivo más elevado, como el de ayudar a los demás. Es cierto que con el primer libro ayudé más a Cáritas y a otras instituciones sociales. Pero con esta última novela me he centrado más con la Fundación Pequeño Deseo, que intenta cumplir un sueño a niños gravemente enfermos. Que conozcan a su personaje favorito -de ficción o real- o que hagan un viaje, o lo que sea. Se hace un montaje precioso que hace muchas veces que los niños tengan un subidón de energía o incluso que mejoren clínicamente. Ese montaje pueden verlo mis hijos, porque se recoge en vídeos -a veces públicos y a veces, no- y así ponen cara y ojos a cada uno de los niños a los que hemos ayudado, y eso creo que les aporta.

¿Qué recomendación darías a las y los Alumni de la Universidad de Deusto que hayan sentido alguna vez la necesidad de escribir?

Es muy fácil. Que escriban.

La necesidad de escribir se puede vivir de muchas maneras. Puede ser una necesidad de recoger por escrito determinadas vivencias. Otras veces, la necesidad de poner sobre el papel reflexiones íntimas. O a veces, crear historias, como es mi caso. Si es una vocación real, se tornará en una necesidad imperiosa que no podrán obviar. Aunque no les lea nadie nunca, aunque lo que escriban solo sirva para poner orden en su cabeza, si es una necesidad, deberán escribir.

Para terminar, y dándote las gracias por tu tiempo, además de por tu mención a la Universidad de Deusto en las dos novelas, convirtiéndola en escenario de un debate en una y de varios crímenes en la otra, ¿podrías contarnos qué recuerdos guardas de los años pasados como estudiante por sus aulas?

Tengo muchos recuerdos. El más importante es que allí conocí a la que ahora es mi mujer, eso sin duda. También recuerdo que muchas veces, cuando paseaba por las partes más nobles de la Literaria, evocaba que aquellas columnas, aquellas escaleras, aquellos pasillos… no diferirían en mucho de lo que pudieron ver los estudiantes cien años atrás. Esa universidad vio crecer Bilbao, e hizo crecer Bilbao. Es parte de nuestra Historia.