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Íñigo Pastoriza Azpilicueta

…creo firmemente que, si desde las clases trabajamos con las generaciones futuras el porqué de ser europeos estamos a tiempo de revertir la situación. En serio, estamos a tiempo.

Graduado en Educación Primaria, Especialidad en Audición y Lenguaje, de la primera promoción del Campus de Donostia de la Universidad de Deusto en 2018, obtuvo el mismo año la Titulación eclesiástica D.E.C.A. Dos años antes finalizó los estudios del Grado Profesional de Música, especialidad en Flauta Travesera en el Conservatorio Profesional Francisco Escudero, así como el Título de Monitor de Ocio y Tiempo Libre. Desde septiembre de 2018 es profesor de Educación Primaria en SUMMA Aldapeta, Donostia.

¡Enhorabuena! Nada más terminar tus estudios comienzas a desarrollar tu carrera profesional en el área para la que te has formado, y en un prestigioso centro. ¿Cómo ha sido para ti este meteórico comienzo?

Muchísimas gracias. La verdad es que sí, es cierto que algo meteórico sí que ha sido este comienzo laboral. Casi sin haber tenido tiempo para poder darme cuenta he pasado del mundo estudiantil al profesional, y siendo sincero, algo de vértigo me ha dado este salto en más de un momento. Pero bueno, sí que es cierto que este tipo de saltos ha sido, es y será siempre un reto para cualquiera que recientemente haya concluido sus estudios. Ahora, poco a poco voy recuperando el tiempo para hacer mis cosas, pero sí que es verdad que comparando con ese frenetismo estudiantil ahora mismo ando más relajado y ahora mismo me encuentro con que estoy aprendiendo a disfrutar de la rutina.

A la vista de tu currículo que, a pesar de tu edad ya es bastante extenso, compaginas desde los quince años tu formación musical con el bachillerato y el grado universitario, y desde que llegas a la mayoría de edad no has dejado de hacer cosas: clases de apoyo, actividades de tiempo libre, representante estudiantil, voluntariado, prácticas… ¿Qué te mueve a no estar quieto?

Creo que es la ilusión de disfrutar de la vida en cada momento. Me considero una persona enamorada de la vida. Cada momento, cada conversación con alguien, cada viaje que realizas, cada foto… En definitiva, cada instante es un regalo que Dios nos da para poder disfrutar y mejorar nuestras vidas, así como las de quienes nos rodean. Así que creo que son las ganas de hacer cosas y sentir diferentes emociones las que me han llevado a no parar durante estos años.

El mismo año de tu graduación participaste en París en una mesa redonda sobre la educación en valores en Europa con la Fundación Échanges Internationaux au service de l’éducation y allí presentaste una ponencia sobre la educación en valores en España. A la vista de los recientes vaivenes políticos de todo tipo en el Viejo Continente ¿Cómo se sitúa la educación en valores en él? ¿Pudiste detectar alguna diferencia entre los países participantes en la mesa redonda en cuanto a este tipo específico de educación?

Es cierto que, a nivel educativo, y más aún desde el punto de vista de la educación en valores, la crisis identitaria se está viviendo con cierta preocupación, siendo ésta una realidad común en toda Europa. Creo, y así lo compartí en París con gente de otros países como Hungría, Francia, Alemania y Eslovenia, que el error reside en que como europeos no hemos sabido explicar(nos) la importancia de estar en la Unión Europea. Es un error extendido por todo el territorio europeo y claramente reflejado ahora con el Brexit. Aún y todo, creo firmemente que, si desde las clases trabajamos con las generaciones futuras el porqué de ser europeos estamos a tiempo de revertir la situación. En serio, estamos a tiempo. Lo que sí que es cierto es que, ante cierta regresión ideológica, en los docentes debe premiar una vocación educativa que promueva la firmeza moral de que somos agentes activos en el desmontaje de ciertas actitudes y pensamientos retrógrados y poco propios de una sociedad vasca, española y europea del s. XXI. Solamente necesitamos darle voz a una mayoría tranquila que no desea otra cosa para sus generaciones futuras que una educación basada en valores que promuevan educar de corazón a corazón.

¿Continúas con la música? Si es así, ¿Cómo consideras que la interpretación musical influye en tu trabajo de profesor de educación primaria?

Sí, siendo sinceros ahora mismo sigo con la música, pero a un nivel secundario. Aun así, tengo algún que otro proyecto en el aire. En relación con la segunda pregunta, creo que el haber convivido con la música desde los cuatro años me hace ser algo diferente a la gente de mi edad. Creo que la música ayuda desarrollarse de manera diferente. Creo que gracias a la música soy mucho más rico emocionalmente que lo que pudiera haber sido sin ella. Además, la percepción del mundo que nos rodea se ve desde otro punto de vista. Al final, no deja de ser un arte, y eso hace que haya aprendido a enseñar a mi cerebro a conducir la información desde otros enfoques y desde otras vías diferentes a las comunes. Esta diferencia en la confección del pensamiento para el aprendizaje es una herramienta más que poderosa para mi trabajo como profesor.

También participaste en 2016 en un proyecto de voluntariado internacional en la República Dominicana. Como con la música, ¿En qué medida te parece que influye en tu carrera profesional? ¿Tienes en cartera alguna nueva experiencia de voluntariado? ¿Cuál y cuándo?

Partiendo de que ha sido una experiencia que no solo me cambió mi manera de ver la docencia sino la vida… Pues sí, podemos decir que influyó bastante. Al final, te plantas con 20 años en un país como la República Dominicana y allí te das cuenta de que no tienes ni idea de la vida, de lo que realmente te hace reír. Te das cuenta de lo mucho que malgastamos el tiempo y la vida en Europa, de lo absurdo de nuestro modo de vida tan superficial, insustancial y extravagante. Creo que gracias a aquella experiencia hoy día veo mi día a día con otra alegría.

Contestándote a la segunda pregunta, sí. Este verano me voy durante un mes al Líbano. Lo cierto es que tras la primera experiencia de cooperación sentía dentro de mí la necesidad de volver a ir a algún sitio en el que mi presencia pudiera ayudar en algo, aunque soy consciente que el primero que será ayudado seré yo. Pero no sé, me llamó mucho la atención el proyecto de cooperación en el Líbano. Además, creo que la experiencia de ser servicial durante un mes y poner tu vida a los pies de quien realmente necesita (y aprecia) tu ayuda no tiene precio. Es una sensación que cambia la vida.

¿Qué consejos darías a los Alumni que, en paralelo a la carrera profesional relacionada con su titulación universitaria, desean embarcarse en otros proyectos profesionales relacionados con las artes o el voluntariado?

Lo primero que uno debe hacer es convencerse de que da tiempo para lo que cada cual quiera hacer. Hay veces en que al escuchar las cosas que he hecho la gente dice que es imposible que dé tiempo para todo. Obviamente, y sintiéndolo mucho, discrepo. Son prioridades, pero sí que es verdad que es como otras muchas cosas: para ciertos proyectos se debe luchar contra sí mismo. La cabeza es traicionera y el miedo, la pereza, las dudas, los nervios, etc. a veces nos impiden embarcarnos en ciertos proyectos. Por tanto, animo a todos los Alumni a que den un paso adelante y busquen mejorar desde otros perfiles menos comunes como el voluntariado o alguna experiencia con el mundo artístico. Al final, como en otras facetas de la vida, lo más difícil es dar ese primer salto. Una vez que éste se ha dado, todo es más fácil.