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Javier Zarzalejos Nieto

Durante una reciente visita al Colegio Mayor Deusto pudimos entrevistar a Javier Zarzalejos con quien mantuvimos una cordial conversación.

Buenas tardes, Javier. Gracias por concedernos esta entrevista. Eres sobradamente conocido por tu larga carrera profesional. Ahora lo que queremos es conocerte un poco más de cerca. Javier Zarzalejos tiene una dilatada carrera dedicada a la dirección, gerencia, asesoramiento y estudio en relación con las distintas políticas públicas desarrolladas por la Administración General del Estado, a través de los distintos órganos centrales y territoriales de los ministerios o de los organismos públicos, así como de la administración en el exterior. Desde 1984 forma parte del cuerpo superior de Administradores Civiles del Estado.

De casta le viene al galgo: tu padre abogado y político. Tú, el menor de los tres hermanos, ella y él también abogados por Deusto. Y dedicados al periodismo. Y tu hermano, además escritor. Sin embargo, tú eres abogado, político, también has publicado libros, capítulos de libros, entrevistas, artículos de opinión y notas de prensa. ¿Qué te impulsó a realizar esta elección?

Pues yo creo que primero una vivencia de servicio público en casa, empezando por mi padre. Y después también un cierto sentimiento, que puede parecer romántico pero que es auténtico, de compromiso con la sociedad, de compromiso con mi país. En un momento en el que yo estudio en Deusto, en años muy difíciles para la sociedad vasca y para el conjunto de la sociedad española, en el que estamos entrando en una transición política extraordinariamente compleja. Y en el que yo creo que muchos sentíamos la necesidad o la vocación de intentar aportar nuestra militancia, nuestras convicciones y también nuestra ambición para la sociedad y para el país.

En el ámbito familiar, ¿podrías contarnos alguna anécdota? Porque todos abogados, todos con sensibilidad política, todos críticos y creando opinión, pensando yendo en profundidad con las cosas.

Ja, ja, ja…Tienes toda la razón, tienes toda la razón. Porque, además, en fin, todos abogados, todos políticos, siempre nos hemos sentido muy, muy bilbaínos. Y yo creo que en la educación, una educación muy abierta, muy liberal que recibí, liberal en el buen sentido de la palabra, sí que tuvimos siempre en casa una deliciosa manía y es la de discutir. Éramos una familia discutidora que se reunía alrededor de la mesa, bajo la presidencia de mi padre como patriarca, pero en la que hablábamos de todo, discutíamos de todo, a veces nos enfadábamos y eso, yo creo que forjó en nosotros una mentalidad muy propia, tanto para los periodistas como para los políticos. Y eso es lo que yo recuerdo de mi educación y de mi vivencia, cuando la vinculo con mi trayectoria posterior.

En 1992, te trasladas al Reino Unido como consejero de información de la Embajada de España, donde estás hasta 1996, momento en el que el presidente Aznar te llama para que seas el Secretario General de la presidencia del Gobierno, puesto que ocupas durante dos legislaturas. ¿Cómo es la experiencia de un consejero de información en una embajada española?

Bueno, el consejero de información en una embajada española, en Londres que es, —y entonces todavía más— una de las mecas del periodismo, donde ahí todo, todo ocurría y donde el periodismo a través de las grandes cabeceras, en fin, las del Times, el Sunday Times, el Guardian, más luego la BBC, representaban una experiencia única para poder conocerla. Y además eran los años todavía del apogeo de un fenómeno mediático y social y casi, casi me atrevería a decir que cultural, que fue la época de la princesa Diana. Y esto, que podría parecerlo, no es ninguna frivolidad. Esto fue un acontecimiento real que en la sociedad británica, y con una proyección internacional brutal, tuvo una gran significación. Por tanto, yo lo veía, como un trabajo, porque evidentemente, además, yo tenía que ejercer en todas las cosas como portavoz de la embajada y hubo momentos difíciles: Gibraltar, nuestros pesqueros que periódicamente eran arrestados en el Gran Sol, etcétera. Aquello era un verdadero laboratorio y para quienes, desde la administración, estábamos interesados y ejercíamos nuestro trabajo en el ámbito de la comunicación, aquello era una situación verdaderamente única. Y aparte que bueno, yo tengo una cierta predilección por Londres. Mi hijo pequeño nació allí, de modo que desde el punto de vista familiar y personal estoy muy vinculado. Yo soy de los que repite muchas veces esa frase de que quien está cansado de Londres está cansado de la vida, porque Londres tiene…, ofrece todo lo que una persona puede querer.

Pasada la experiencia de gobierno, en 2004 te incorporas a la Fundación FAES, donde ocupas varios cargos hasta que en 2017 pasas a ser su director. Y en 2019 te vas a Bruselas, como diputado de partido popular en el Parlamento Europeo. ¿Qué supuso ese cambio de salir una vez más de España?

Es sin duda un cambio para el que yo, de alguna manera, tenía la experiencia adquirida durante 8 años en la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno y por tanto en el núcleo de ejercicio del poder. También en años complicados, un cambio de siglo… Todos los años son complicados, no nos vamos a engañar. Pocas veces hay momentos fáciles en la política o en la gobernación de un estado complicado, como sus complejidades, como es el caso de España, pero eso evidentemente me aportó una experiencia humana y profesional única. Y después el hecho de poder desarrollar una actividad que tiene mucho que ver con el pensamiento, con la reflexión, a través de FAES, que es un think tank muy influyente. Poder entrar en contacto con expertos y con personalidades de muy distintos países, me dio una perspectiva que luego me ha sido tremendamente útil en Bruselas, donde aterrizo sin saber que iba a vivir los años que estamos viviendo y que son años decisivos para la Unión Europea.

También eres una persona acogedora y de vez en cuando recibes a grupos de estudiantes, grupos que te piden ver el Parlamento y hace cinco semanas, el mes pasado, en abril, recibiste un grupo de alumnos del Colegio Mayor Deusto.

No es el primero y nos lo pasamos muy bien, además. Yo creo que la política y los políticos, en fin tenemos que tener una proyección un tanto pedagógica, no en el sentido paternalista, sino más bien en el sentido ejemplar, en el sentido de decir, bueno, esto es lo que hacemos, estas son nuestras limitaciones, estas son nuestras frustraciones, a veces estos son nuestros éxitos y ese contacto primero creo que es importante para que las nuevas generaciones de quienes ya están muy próximos a ser profesionales comprendan la importancia y el compromiso europeo para todos nosotros y lo que significa Europa. Acabamos de conmemorar el 80 aniversario del final de la Guerra Mundial, ¿no? Bueno, pues de esa Europa a la Europa que tenemos es un gran progreso civilizacional y eso tenemos que remarcarlo. Después intentar, ampliar horizontes y decir, bueno, es que yo que soy muy de Bilbao, que soy muy de Bizkaia, que me gusta mucho mi país España, pero ya nuestro ámbito es Europa, vuestro ámbito es Europa, aquello de que hay que pensar globalmente aunque actúes de manera local, al final la inversa también es cierta, puedes pensar de manera local y estar muy anclado en tu identidad, en tu vivencia, en tu círculo, pero tienes que pensar globalmente, ¿no? Y, por cierto, creo que la Universidad de Deusto es en conjunto una institución que favorece esa proyección y eso es muy importante.

Y después por tener el contacto que muchas veces los políticos echamos en falta, que digan cosas, que te cuenten cosas que tienes que oír, que te pueden animar o que te pueden llevar a reflexionar, pero eso es muy importante. Llega un momento en tu vida en el que el compromiso político es cada vez más, por lo menos en mi experiencia, es cada vez más un compromiso cívico con tus conciudadanos, con la sociedad, que es un compromiso militante. Tú tienes tus posiciones políticas, naturalmente todos las tenemos, pero lo importante es desarrollar los valores cívicos de la sociedad.

Y ya para terminar. Muchísimas gracias por este rato y por esta posibilidad de conocerte un poquito más. ¿Qué recuerdos guardas de tu paso como estudiante por las aulas de la Universidad de Deusto?

Unos recuerdos magníficos. Tengo que decir que unos recuerdos magníficos. Fue una edad de plenitud, una edad a veces difícil, de despertar a una conciencia ciudadana en medio de grandes dificultades.

Recuerdo un año en el que la actividad académica estuvo gravemente interrumpida, pero al mismo tiempo son años de edad dorada donde conocí a mi mujer, donde me casé, en la famosa Capilla Gótica, y donde pude hacer ese conjunto de relaciones y de experiencias, que es lo que no figuran en los programas universitarios, pero que bien aprovechados son casi tan importantes como la formación estrictamente académica que uno recibe.