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Ziortza Gandarias Beldarrain

Lo más duro, sin duda, es la soledad: es doloroso no poder estar al lado de los tuyos en los momentos en los que más te necesitan. Además, adaptarse a una nueva cultura y a un nuevo estilo de vida no siempre es fácil; sientes lejanas tu propia lengua, tu cultura y tus costumbres; se crea un vacío en tu interior. Con el tiempo y con paciencia consigues hacer nuevas amistades; pero encontrar tu propio sitio no es siempre un proceso fácil.

Tras cuatro años en la enseñanza secundaria, tres de ellos en Donostia, iniciaste una carrera académica internacional con dos doctorados y llegaste a ser Profesora Asociada en la Boise State University, en Estados Unidos. ¿Qué te impulsó a dar este salto desde Euskadi hasta Idaho?

Siempre he tenido interés por conocer la diáspora vasca en Norteamérica. En 2014 se me presentó una inmejorable oportunidad y no lo dudé ni un instante. Dejar atrás Euskal Herria no fue fácil, pero el calor de la comunidad vasca de la diáspora me hizo sentir en casa desde el principio.

¿Cuáles han sido los mayores desafíos a los que te has enfrentado en tu trayectoria profesional y cómo los has superado?

Uno de los mayores retos que he tenido en mi carrera profesional ha sido irme al extranjero y, en concreto, empezar allí una nueva vida. Lo más duro, sin duda, es la soledad: es doloroso no poder estar al lado de los tuyos en los momentos en los que más te necesitan. Además, adaptarse a una nueva cultura y a un nuevo estilo de vida no siempre es fácil; sientes lejanas tu propia lengua, tu cultura y tus costumbres; se crea un vacío en tu interior. Con el tiempo y con paciencia consigues hacer nuevas amistades; pero encontrar tu propio sitio no es siempre un proceso fácil.

Sin embargo, con el tiempo y con confianza, se aprende a afrontar estas situaciones. Estos retos se han convertido en una oportunidad para mí y me han permitido trabajar en el camino la autonomía, la resiliencia y la empatía. Las experiencias vividas en el extranjero me han convertido en una persona más completa y me han enseñado a valorar más las pequeñas cosas de la vida cotidiana. Todo esto me ha enriquecido mucho tanto personal como profesionalmente y hoy afronto situaciones de cambio e incertidumbre con más entereza.

Trabajas en proyectos de promoción del euskera y la cultura vasca en un entorno angloparlante. ¿Qué principales diferencias y similitudes encuentras respecto de ese entorno y los entornos castellanoparlante o francófono?

En entornos anglófonos — por ejemplo, en Boise —, al margen de casos especiales, como el alumnado de origen vasco, la mayoría de los estudiantes no tiene ningún conocimiento previo ni sobre el euskera ni sobre la cultura vasca. A pesar de que Boise cuenta con una sólida comunidad vasca, el euskera no se escucha en la calle, por lo que el alumnado inicia el proceso de aprendizaje de la lengua prácticamente desde cero. En el ámbito cultural se da una situación similar: el País Vasco les queda muy lejos desde el punto de vista del espacio físico y lingüístico, por lo que el primer acercamiento a la cultura vasca es también, muchas veces, totalmente nuevo para ellos.

Por el contrario, en el propio País Vasco, la ciudadanía que no sabe euskera, en general, vive una presencia constante de la lengua: en las calles, en los medios de comunicación, en el sistema educativo… Todo ello hace que muchos de los que empiezan a aprender euskera tengan un nivel mínimo de comprensión o un conocimiento previo. La cultura también es más cercana en el contexto geográfico, social y cultural.
Se puede decir, por tanto, que la promoción del euskera y de la cultura vasca en el entorno anglófono se enmarca en un contexto totalmente distinto y que, en general, el recorrido de aprendizaje del alumnado tiene que partir realmente de cero.

¿Cómo crees que ha evolucionado el interés por la lengua y la cultura vascas fuera de Euskadi? ¿Qué retos y satisfacciones has encontrado durante tu labor promocional?

Hoy en día, uno de los principales retos en la promoción del euskera y de la cultura vasca es que el euskera siga teniendo su espacio, su valor, y que sobreviva en las generaciones futuras para que no se convierta en un mero «token» o símbolo.

A nivel universitario, el mayor reto es seguir ofreciendo materias en torno al euskera y la cultura vasca, y mantener el interés del estudiantado. Afortunadamente, en los últimos años el interés por el euskera y la cultura vasca ha crecido notablemente, y en Boise tenemos un claro ejemplo de ello. En la Boise State University ofrecemos el Minor de Estudios Vascos (itinerario de Estudios Vascos): además de clases de idioma, impartimos asignaturas en torno a la cultura vasca (literatura, política, cine, exilio, gastronomía…), así como workshops de fin de semana. El apoyo del Instituto Vasco Etxepare ha sido clave para llevar a cabo este programa.

Sin embargo, la mayor satisfacción es ver que a medida que los alumnos descubren la lengua y la cultura vascas se les abre un nuevo mundo. El alumnado participa con ilusión en las clases, talleres y actos de la comunidad. Todo ello da fuerza y sentido al trabajo que realizamos. Al final formamos una familia con nuestro alumnado. Surgen relaciones muy bonitas.

Además, el apoyo de la comunidad también es enorme. La aportación del Instituto Vasco Etxepare, la promoción de las clases de euskera del N.A.B.O., la labor de transmisión y conservación del Basque Museum and Cultural Center y la difusión cultural a través del grupo de danzas Oinkari son fundamentales. Esperemos que, entre todos, consigamos que el euskera y la cultura vasca sigan vivos y fuertes en la diáspora, que es sin duda la mayor satisfacción.

¿Qué recuerdos guardas de tu paso por las aulas de la Universidad de Deusto? ¿Hubo algún momento, experiencia, asignatura o docente que te haya influido especialmente para tu desarrollo profesional?

Tengo recuerdos muy bonitos de mis años en Deusto; estuve realmente a gusto allí. Tuve muy buena relación tanto con los compañeros como con los profesores, y la verdad es que mi amor y orgullo por el euskera y la cultura vasca se lo debo en gran medida a mi experiencia allí y a mis profesores. El profesorado de Filología Vasca fue extraordinario, y me han dado la oportunidad de volver a encontrarme a lo largo de mi vida, lo cual me ha alegrado mucho.

Estoy muy agradecida también por las oportunidades que recibí en la universidad. Por ejemplo, tuve la oportunidad de trabajar en el laboratorio de fonética y fue una experiencia muy enriquecedora. En general, Deusto me ha dado mucho, y ha sido una etapa muy importante en mi vida.

Sólo tengo cosas buenas que decir. ¡Gracias de todo corazón!