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Realizaste tus estudios en Bilbao, Brujas y Nueva York, tres visiones diversas del estudio del derecho. ¿Qué principales diferencias y similitudes podrías reseñar entre ellas?

La realidad es que son visiones complementarias que en mi caso han formado un camino de ida y vuelta, un círculo profesional y también vital. Evidentemente, la Universidad de Deusto ha sido crucial en todo lo que he hecho más adelante. Deusto me dio no sólo una formación excelente, sino las competencias y los valores que me han formado como profesional y como persona; la importancia de la exigencia y del conocimiento, el compromiso con la justicia y la solidaridad, la importancia del diálogo.

Aterrizar en el Colegio de Europa en Brujas recién licenciada de Deusto para estudiar en inglés y francés con estudiantes de toda Europa y enfrentarme al common law y a discusiones mayoritariamente basadas en la jurisprudencia, fue sin embargo un gran cambio. Al principio, eché mucho de menos mis códigos de Civitas (jaja). Brujas me hizo una europeísta convencida.

La perspectiva anglosajona del estudio del derecho y de su ejercicio ya no supuso novedad en la escuela de derecho de la universidad de Columbia en Nueva York. En Nueva York, sin embargo, me impregné de una cultura muy mercantil y de un espíritu competitivo ya en las aulas. También hay que pensar que en los Estados Unidos los estudiantes de derecho empiezan sus estudios a una edad más tardía pues ya han realizado primero cuatros años de Universidad (College), lo que influye en la madurez y la ambición de los estudiantes, por no hablar de los préstamos bancarios para financiar sus estudios que tienen que empezar a devolver nada más terminarlos.

Después de finalizar la licenciatura y tras cursar tu Master en derecho europeo en el Colegio de Europa de Brujas, inicias tu carrera profesional en Madrid como abogado de empresa para después trasladarte a Bruselas, Bélgica, e incorporarte a un despacho de abogados. Y cuando estás allí trabajando decides irte a estudiar un Master en derecho en la Universidad de Columbia en Nueva York. ¿Nos puedes contar por qué decides irte a Bruselas y después hacer el paréntesis laboral para volver a estudiar?

De adolescente y durante mis estudios en Deusto, creía tenerlo todo pensado y planificado de forma lineal, y, sin embargo, al final he hecho casi todo al revés. Empecé como abogado de empresa en Madrid después de hacer una entrevista en la que supuestamente iba de acompañante del entrevistado, y de repente tenía uno de los trabajos más interesantes del mundo, en una gran empresa, en un sector en plena liberalización y un contrato indefinido con 25 años. Mientras tanto, mis amigos estaban en las fiestas de becarios en Bruselas y yo pensando que me vendría bien trabajar en un despacho y tener otras experiencias laborales. Así que en 2002 me vine a Bruselas a un despacho de abogados español y al poco empecé a trabajar en un despacho americano. Al poco tiempo de trabajar con colegas y clientes americanos, me dije que tener formación en una gran universidad de Estados Unidos me daría una perspectiva académica diferente y que sería mejor profesional. Aunque parezca una tontería, en la escuela de derecho de Columbia aprendí a pensar, a desarrollar un espíritu crítico. A hacerme muchas preguntas sin respuesta. Y volví al despacho de abogados con más seguridad en mí misma, seguridad en todo lo que no sabía, pero con el convencimiento de que tenía capacidad de aprender.

Tras doce años ejerciendo la abogacía en el ámbito privado, ¿qué te impulsó a continuar con el ejercicio de tu profesión en la Comisión Europea? ¿Qué principales diferencias y similitudes has experimentado entre trabajar en el sector privado y el sector público?

Todavía tengo a veces la sensación de que soy una recién llegada a la Comisión Europea y que la mayor parte de mi carrera profesional se ha desarrollado en el sector privado. Pero ya hace casi 11 años que empecé en la Dirección General de Competencia de la Comisión Europea. Así que puedo empezar a hacer un pequeño balance de mi carrera profesional en el sector privado y en el sector público.

En realidad, mi trabajo en el sector público es una extensión de mi experiencia laboral en el sector privado. Una especie de continuación natural. Creo que puedo hacer mi labor en la administración mucho mejor porque conozco el sector privado y el impacto que nuestras políticas y decisiones pueden tener. Por lo demás, sigo teniendo clientes. Mi trabajo en la Comisión se desarrolla en contacto con otras unidades, con otras Direcciones Generales, con los gabinetes de los Comisarios, etc. En muchas situaciones, estos clientes no son tan distintos de los clientes en el sector privado. Quizá lo que a veces echo de menos del ejercicio privado del derecho es poder conversar con las personas del negocio, no con los abogados, sino con los que se dedican a la producción o a las ventas y te cuentan como funciona la cadena de suministro o por qué un producto X no es sustituible por otro Y. Me parece muy interesante y enriquecedor y te hace sentir más cercano al cliente y a su devenir.

Ahora bien, partiendo una lanza por el sector público europeo, tengo que decir que la Comisión Europea te da unas opciones laborales muy amplias que el sector privado no puede ofrecer. Con oposiciones basadas en competencias o soft skills y no necesariamente en conocimientos, te da la posibilidad de trabajar con excelentes profesionales de toda Europa, y conocer áreas de práctica y materias diferentes, y al promover la movilidad dentro de las Direcciones Generales, pero también entre Direcciones Generales, seguir aprendiendo, saliendo cada cierto tiempo de tu zona de confort y asumiendo nuevos retos. Y después de más de 20 años de profesión dedicándome al derecho de la competencia, tanto a nivel privado, como a nivel público, este año he dado el salto a la Dirección General de Redes de Comunicación, Contenidos y Tecnología o DG CONNECT, incorporándome a la Dirección de Conectividad y Década Digital. Y quién sabe si en el futuro volveré incluso al sector privado. Al final, lo importante es que lo que hagas lo hagas con todas tus ganas y no dejar nunca de aprender y sorprenderte.

Con el debido respeto a la privacidad y la discreción a la que te obliga tu trabajo, ¿podrías contarnos qué tipo de casos has tenido que afrontar, qué desafíos tuviste que enfrentar y cuáles fueron tus principales logros?

Aunque 23 años dan para mucho, creo que los mayores desafíos profesionales han consistido en defender la honestidad de mi trabajo y una cosa muy en boga ahora, el fairness/la equidad. Bien fuera trabajando para empresas con poder de mercado o representando a terceras partes interesadas en diferentes procedimientos de antitrust, o desde el otro lado, redactando pliegos de cargos en casos de carteles o abusos de posición de dominio o decisiones de ayudas de estado, lo más difícil siempre es mantener la coherencia y esforzarse en dar todo de uno mismo, a veces incluso cuando planteas argumentos que no se acogen o se reciben con mucho escepticismo para encontrarte que 10 años después se han convertido en legislación. Otros desafíos han sido mantener un ritmo de trabajo sin precedentes durante el Covid o vivir con tristeza e incredulidad el Brexit.

Los logros, no sabría decirte. Creo que a veces haces cosas que parecen menos relevantes para algunos y que a ti te llenan de satisfacción. Por ejemplo, tuve la suerte de trabajar durante 5 años en DG COMP en la unidad de aplicación privada del derecho de la competencia, y poder entrar en contacto con los jueces que en España aplican el derecho de la competencia sobre todo en acciones follow-on de daños por infracciones de derecho de la competencia. Creo haber aportado mi granito de arena en este ámbito con la redacción de la Comunicación sobre la protección de la información confidencial por los órganos jurisdiccionales nacionales en los procedimientos de aplicación privada del Derecho de la competencia de la UE, adoptada en Julio de 2020.

Sin embargo, mi mayor logro son las personas que he conocido y de las que he podido aprender tanto durante estos años. Eso no lo supera ninguna decisión o ley que pueda redactar.

Por último, además de darte las gracias, ¿qué recuerdos guardas de tus años de estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad de Deusto?

Recuerdo comprar los libros en la librería de la Uni (todavía guardo una carpeta azul de aquellos años), estudiar en la “pecera” por las tardes, los pasillos con las notas pegadas en el corcho, los profesores que todavía fumaban en el aula, ver construir el Guggenheim mientras hacíamos la pausa del recreo, el estrés de ser los conejillos de indias del plan nuevo, y aunque ella no lo sepa, recuerdo con cariño a mi profesora de derecho comunitario, Beatriz Pérez de las Heras, que me hablaba de las libertades comunitarias y que un día pegó en el corcho el poster del Colegio de Europa, y me hizo soñar con ir. Lo demás es casi historia.