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Formando a la abogacía del futuro

Bajo este sugerente título, el pasado 11 de mayo Deusto Law Alumni reunió en el Paraninfo de la Universidad de Deusto a más de 300 personas en torno a los cuatro máximos responsables de otros tantos de los mejores bufetes del país. Moderados por la Decana de la Facultad de Derecho, Gema Tomás, Javier Fontcuberta, director general de Cuatrecasas; Fernando Vives, presidente ejecutivo de Garrigues; Salvador Sánchez-Terán, socio director de Uría Menéndez, e Íñigo Erlaiz, socio director de Gómez Acebo y Pombo, respondieron y debatieron en torno a cuatro áreas temáticas que fueron brillantemente introducidas por cuatro estudiantes de la facultad —Aroa Montero (2º Derecho), Alberto Ramírez (3º Derecho Económico), Marta Vélez (3º Relaciones Internacionales + Derecho) y Ane Álvarez (Máster en Acceso a la Abogacía)—. Dos estudiantes más, Ander Iragüen (Delegado del Máster en Acceso a la Abogacía) y Javier Aranguren (Delegado de Facultad de Derecho), fueron quienes presentaron y cerraron, respectivamente, el debate.

Por orden de intervención, de derecha a izquierda: Iragüen, Montero, Ramírez, Vélez, Álvarez y Aranguren

Tras la introducción del programa por parte de Iragüen y la presentación de los cuatro invitados de la mano de la anfitriona Tomás —quien iniciado el debate moderaría el orden de intervención de los ponentes—, Montero dio el banderazo de salida de la sesión. Los cuatro bloques temáticos a abordar serían la calidad de la educación universitaria y la formación permanente de los abogados, la irrupción de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial (IA), la internacionalización de los servicios jurídicos y los retos que supone el mundo anglosajón y, por último, la preocupación por uno de los retos a los que se enfrentan las grandes estructuras, como es la mejora en materia de conciliación y la flexibilidad laboral.

—¿La universidad forma a los abogados que el mercado demanda? ¿Qué es lo que más valoráis de quienes os presentan sus candidaturas?— preguntó Montero.

Erlaiz reconoció que las nuevas generaciones están más preparadas tanto en la realidad de la práctica jurídica cuanto en el trabajo en equipo en comparación con la generación a la que él pertenece cuando se incorporó a la vida profesional. “Es una ayuda para reducir el tiempo de formación cuando se produce la incorporación a un bufete”—señaló—.

Sánchez-Terán realizó una petición a las universidades en las que se están formando los/as futuros/as abogados/as: «mi petición es que inculquen la pasión por el derecho y les enseñen la grandeza de la profesión». La abogacía “es una profesión dura y exigente»—admitió—. De lo contrario, los despachos perderán la carrera ante fondos, empresas y otras corporaciones que también buscan talento en el grado de Derecho o en los dobles grados en los que se forma en el Derecho.

—Estamos perdiendo cerebros para la abogacía; necesitamos que las universidades inoculen ese amor por el derecho y por la profesión—, insistió Sánchez-Terán.

Por su parte, Vives insistió en esta idea: “necesitamos personas que quieran ser abogados(/as)”. Sin olvidar que, dirigiéndose a las y los presentes, les recordó que “seguiréis estudiando durante toda vuestra vida profesional”.

Asimismo, los cuatro ponentes coincidieron en la importancia de mantener sus cursos de formación interna, principalmente para actualizar conocimientos y saber responder en cada momento a las necesidades de sus clientes.

En este momento, antes de dar la palabra a Fontcuberta, Gema Tomás puso sobre la mesa la cuestión de si el Examen de Estado, tras la realización del Máster en Acceso a la Abogacía, seguía siendo el mejor modelo, a lo que el último ponente respondió que era “un método de validación, quizás mejorable, pero efectivo”.

Sánchez-Terán retomó la palabra para indicar que, según él, “la universidad forma personas expertas en derecho. La abogacía es un oficio que se aprende ejerciendo”.

A Ramírez le tocó introducir el capítulo relativo a las nuevas tecnologías y la IA. ¿Podrá esta última sustituir a las y los abogados?

La respuesta unánime fue negativa. Sánchez-Terán indicó que la diferencia la marcarán quienes utilicen la IA. Estas personas serán las que sustituyan a las que no la utilicen. No la IA per se. Vives, por su parte, subrayó la importancia de la regulación del uso de la IA para que solamente sea utilizada como herramienta de trabajo y Erlaiz recordó que debemos ver la tecnología como una oportunidad. La abogacía es más que la tecnología y precisa la empatía, sentimiento que no puede ser proporcionado por ningún robot. Coincidieron también en la necesidad de tener herramientas para defender los derechos individuales y sociales en un ámbito que ya ha demostrado tener debilidades: ciberdelincuencia, fake news, etc.

Vélez interpeló a los ponentes sobre el papel de la abogacía española en el ámbito internacional. Particularmente frente a la anglosajona: ¿habría que emularla?

Todos reconocieron las fortalezas y “audacia” de la abogacía española, la cual cuenta con un gran reconocimiento internacional, ámbito en el que, además de competir con lealtad, se preocupan de cuidar a sus abogados, apoyándoles en su promoción profesional y brindándoles la oportunidad de tener experiencias en el extranjero. Los grandes despachos españoles “miran más a largo plazo” que los anglosajones, más preocupados por su cuenta de resultados.

Álvarez planteó abiertamente su pregunta. En lo relativo a la conciliación, la flexibilidad, la diversidad y la inclusión, los techos de cristal, ¿se está adaptando la abogacía española?

Fontcuberta, sin haberlo ni pensado ni deseado, formuló el status quaestionis, punto de encuentro de los cuatro despachos: «estamos buscando fórmulas para ser capaces de frenar la pérdida de talento femenino que sufrimos a partir de un determinado punto de la carrera, pero no podemos decir que hayamos encontrado la receta. Seguimos trabajando en ello».

Finalmente, Aranguren cerró el acto recordando alguna de las frases de cada ponente, agradeciendo la asistencia al acto e invitando a todas y todos al cóctel que se serviría en el Claustro del Paraninfo.

De derecha a izquierda: Fernando Vives, Fernando Sánchez-Terán, Íñigo Erlaiz, Gema Tomás, Javier Fontcuberta y Jesús Riaño

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