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…ese punto en el que confluyen cuatro variables: aquello que me gusta, aquello que el mundo necesita, aquello que se me da bien y aquello por lo que me pueden pagar y puedo obtener un medio de vida. Invitaría a toda persona a encontrar su Ikigai, que es un proceso que necesariamente pasa por pensarnos y sentirnos aquí y ahora y por soñarnos en nuestra mejor versión.

Acabas de publicar el libro Brújula para una buena vida. Una obra que llevas planificando, según tus propias palabras, desde hace casi 24 años. Primero, ¡felicidades y enhorabuena! ¿Qué supone para ti la materialización de este sueño?

Ciertamente este libro es un proyecto que llevaba mucho tiempo en mi cabeza; es la materialización de un sueño. Recuerdo que cuando nació mi primer hijo y estaba en el hospital lo miraba y una pregunta no paraba de dar vueltas en mi cabeza… ¿Dónde está el libro de instrucciones? Además de un amor y una ternura que me desbordaban, me invadían muchas otras emociones: vértigo, miedo, desasosiego, desconcierto, inquietud… No me atrevía a hablar abiertamente con mi madre y otras personas adultas, que, por otro lado, no paraban de decirme qué debía hacer o dejar de hacer. Parecía que todo el mundo a mi alrededor sabía qué hacer mientras yo me encontraba paralizada.

Este libro está escrito para y por mis hijos, Xabier (casi 24) y Ander (22). Tengo la ilusión de que lo lean algún día. Me hubiera gustado escribirlo antes de que nacieran, pero creo que es mucho más rico ahora que he recorrido un largo camino educándoles y he tropezado en muchas piedras. Hay una gran preocupación que ha estado presente desde el día que nacieron: que sean buenas personas. Si cualquiera me pregunta qué quiero para mis hijos, esa es la respuesta.

La obra está dividida en tres partes: para qué, qué y cómo. ¿Podrías adelantarnos un poco qué podemos encontrar en cada una de ellas?

El libro está construido a partir de una selección de 55 escritos que he publicado a lo largo de más de diez años en diversos blogs. Cada entrada se puede leer por separado y tiene sentido por sí misma. Se puede entender que son ‘píldoras’, lecturas breves, para una época en la que no disponemos de mucho tiempo. Su objetivo es que nos sirvan para reflexionar. Parten de mis lecturas, aprendizajes y experiencias. He agrupado la selección de entradas en tres partes: 1) Para qué: vivir una buena vida. Este primer bloque profundiza sobre cómo entiendo yo la buena vida, la felicidad, las relaciones, la profesión y aspectos básicos sobre los hijos. 2) Qué: educación, ética y valores. Según mi modo de entender, el alcanzar la buena vida está muy relacionado con la educación, la ética y los valores. En este bloque desarrollo algunos aspectos básicos sobre estos temas. 3) Cómo: encrucijadas en el camino. En la última parte presento algunas áreas concretas en las que se pone en juego lo visto anteriormente y que me preocupan especialmente como son: la igualdad, la violencia de género, el acoso, el abuso de poder, lo relacionado con el final de la vida. No hay otra forma de transmitir valores que no sea en la práctica, en las decisiones cotidianas, en el actuar. Termino con tres entradas muy personales, una relacionada con mi madre y dos con mis hijos.

Manifiestas que las tres influencias presentes en tus escritos son tu maternidad, tu profesión —profesora de ética— y tu educación y convicciones religiosas. Te declaras también enamorada de la vida, amiga de tus amigos y comprometida con hacer del mundo un lugar mejor. Con la que está cayendo, ¿merece la pena el esfuerzo? ¿Crees que el mundo en el que vivimos es sensible a estos planteamientos?

Por supuesto que merece la pena el esfuerzo, independientemente de que el mundo en el que vivimos sea sensible o no a estos planteamientos. Intento ocuparme de la parte que me corresponde, por eso en el perfil de mi blog me presento como: Enamorada de la vida y de mi profesión. Amiga de mis amigos. Comprometida con hacer del mundo un lugar mejor.

Identifico claramente tres influencias claras en mis escritos: 1) El hecho de ser madre, una madre vocacional, entregada y preocupada porque sus hijos sean buenas personas; 2) Mi profesión. Tengo la suerte de ser profesora, profesora de ética como me gusta presentarme; y 3) Mi educación y mis convicciones religiosas, inmejorable legado de mis mayores. Además, gracias a mi profesión, y por el hecho de trabajar en una universidad de los jesuitas, he tenido la suerte de profundizar en la pedagogía ignaciana, de la que soy una firme convencida. Son muchas las fuentes de inspiración de las que me nutro para transmitir aquello que me preocupa o me interpela: conferencias, libros, películas y series, reflexiones, conversaciones, etc.

¿Qué recomendarías a las y los Alumni de la Universidad de Deusto a la hora de orientar sus brújulas?

Les diría que miren hacia dentro y lejos. Parafraseando la canción Man in the mirror, si quieres hacer del mundo un lugar mejor empieza por la persona del espejo y haz un cambio. Hay un concepto japonés que no tiene traducción exacta, Ikigai, que sería algo así como la razón por la que me levanto cada mañana, el sentido de propósito. Sería ese punto en el que confluyen cuatro variables: aquello que me gusta, aquello que el mundo necesita, aquello que se me da bien y aquello por lo que me pueden pagar y puedo obtener un medio de vida. Invitaría a toda persona a encontrar su Ikigai, que es un proceso que necesariamente pasa por pensarnos y sentirnos aquí y ahora y por soñarnos en nuestra mejor versión. Y, sin duda, es de gran ayuda contar con el contraste de personas que nos conozcan y nos quieran bien.

Gracias por tu tiempo. Para terminar, ¿qué recuerdos guardas de tu paso por las aulas deustenses como alumna?

Estudié en lo que entonces era la ESTE, actualmente DBS sede de San Sebastiàn. Recuerdo que viniendo de Bilbao me llamaba mucho la atención que, a mi modo de ver, todo el mundo hablaba en euskera.

En mis clases suelo contar que recuerdo especialmente una clase de Psicología con José Manuel Gil, en la que hicimos un juego, que posteriormente he utilizado, Gane lo máximo posible, en el que aprendí qué es la confianza y cómo se construye. Tengo grabada su frase: la confianza se da, siempre hay que confiar primero. Mi paso como alumna también supuso conocer a dos grandes personas que han sido mis mentoras y guías: Dionisio Aranzadi y Miguel Ayerbe.

Y una anécdota que les suelo contar a mis hijos. Estando en 5º de carrera un grupo de cinco personas asumimos un encargo, analizar los planes de estudio de las Escuelas de negocios europeas. Como en esa época no había internet, tres de nosotros fuimos a Bruselas a hacer fotocopias, porque había una oficina en la que estaban recogidos los folletos y planes de estudios de todas las universidades europeas. Así conocí París y Bruselas en dos días muy intensos.

 

 

 

Retratos: © Andoni Liquete