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Nagore Martínez López

Pero cuando lo que estudias lo haces por vocación, porque incluso tienes la suerte de que lo que haces en tu vida diaria coincide con la formación que recibes, cuando el trinomio Aprendizaje-Acción-Reflexión se retroalimenta de una forma constante y natural, todo es mucho más fácil.

¡Enhorabuena! Recientemente has obtenido tu título de Máster en Intervención y Mediación Familiar y un año antes tu grado en Educación Social. Sin embargo, desde 2014, antes incluso de entrar en la universidad, no has dejado de dedicarte a este ámbito. ¿Tenías claro qué era lo que querías ser? ¿Cuándo descubres que es esta tu vocación?

No sabría señalar una fecha, ni un hecho concreto que me marcara de una forma especial. En mi caso considero que gracias a la educación en valores recibida en mi familia, en la educación basada en la interculturalidad y de equidad recibida, el haber estudiado en colegio público y haber hecho mucha vida en el barrio, el compromiso social y en valores que he desarrollado en grupos de ocio y tiempo libre educativos, y después a causa de mi propia inquietud, todas las acciones realizadas como voluntariado han generado que optase por este camino.

Por lo tanto, creo que fue algo totalmente natural, vocacional, integrado incluso en mi persona y como una línea de continuidad en mi ciclo vital. Era el momento de confrontar con el conocimiento y el aprendizaje la realidad vivida. Era el momento de profundizar, desde la experiencia y la sabiduría de otras personas, en los valores y conocimientos adquiridos. Aprender contraponiendo el aprendizaje y la acción, ver las diferentes teorías, métodos, formas de gestionar, y cómo implementar programas, proyectos y actividades que hiciesen posible un mundo mejor, con una discriminación positiva hacia las personas en una situación más desfavorecida.

También era el momento de crecer personalmente, de saber gestionar las emociones que hervían en mi interior, de encontrar el equilibrio personal que me permitiese crecer como profesional y como persona.

Compaginar los estudios universitarios con una intensa actividad no ha tenido que ser fácil. ¿Cómo has conseguido compaginarlo todo? ¿Cuál ha sido tu secreto?

Bueno, hay una parte de esfuerzo y constancia para el aprendizaje, porque al fin y al cabo debes presentar trabajos y superar exámenes. Pero cuando lo que estudias lo haces por vocación, porque incluso tienes la suerte de que lo que haces en tu vida diaria coincide con la formación que recibes, cuando el trinomio Aprendizaje-Acción-Reflexión se retroalimenta de una forma constante y natural, todo es mucho más fácil.

Pero claro, considero que no nos debemos hacer trampas a nosotras mismas. No debemos convertir el aprendizaje en un fin en sí mismo, sino como un recurso para nuestro crecimiento personal, de nuestro interior. Cuando se comparte dicho crecimiento con las compañeras/os, con el entorno, con las personas “desheredadas” de esta sociedad, te retroalimentas y creces. Creces en la formación, en la profesión y como persona. Todo junto te llena y resulta más fácil y llevadero.

Tus trayectorias, la personal y la académico-profesional, convergen en el ámbito social. Ahora que entras en el mundo laboral, ¿En qué medida tu dedicación a distintos voluntariados ha configurado esos dos perfiles? ¿Crees que esas experiencias seguirán vivas en ti en el futuro ejercicio de tu profesión?

Por supuesto. El conocimiento en la intervención social no nace sentada en una mesa, ni mucho menos en el sofá. Nace de la reflexión y análisis de la realidad, de las diferentes intervenciones desde la evaluación continua cuantitativa y cualitativamente, por lo tanto, esos dos perfiles, en la intervención social entiendo que deben ir unidos, hacerse uno, sin olvidarse de la autoevaluación, el porqué he hecho o he dicho, o si se puede actuar de otra forma, dar otro enfoque. El conjunto de todo esto considero que es lo que te hace crecer.

Por ello creo que lo personal y lo académico, lo profesional y el voluntariado, en la intervención social, en el ámbito que sea, van bastante unidos, incluso de la mano. Porque en realidad no trabajamos con tornillos, trabajamos con personas, acompañando procesos, y eso sí puede tener un componente laboral, pero también vocacional e incluso, como explico, de voluntariado. Además, todas las experiencias previas de voluntariado marcan; de ellas he sacado múltiples aprendizajes, tanto conceptuales como de crecimiento personal y, por tanto, ¡sí!, siguen vivas.

Estamos en unos momentos inciertos en cuanto al ámbito laboral. Son muchas las personas que ahora se encuentran en tu misma situación. ¿Qué recomendarías a las y los Alumni Gazte de la Universidad de Deusto para encarar este reto?

Pues, por un lado, no vivirlo todo de forma competitiva… De esta se sale mejor con unión y apoyo, transformando estructuras comunitarias y sociales, nadie es una heroína/héroe en solitario, unidas y unidos siempre es mejor y se llega más lejos.

Por otro lado, no dejar de ser una misma, no hacerse trampas, porque la mejor forma de no perder la esperanza de tener un trabajo que te haga feliz, de poder crecer, de que tu ciclo vital siga latiendo, es ser fiel a una misma y desde ahí avanzar conjuntamente.

Y, por su puesto, nunca olvidarnos de la constancia. Constancia reflexiva… Perdurar en la acción, aprendiendo de las dificultades con actitud de superación, no dejándose vencer nunca por la desesperación.

Por último, recordarles el secreto: trabajo. La suerte, dicen que se encuentra, pero para encontrarla hay que buscarla y para ello hay que trabajar esforzándose. Y añado otro, que es muy importante para mí: seguir disfrutando en todo momento de nuestras amistades y familia.

Prácticamente recién finalizado tu paso por las aulas, ¿Qué podrías contarnos de tus años en la Universidad de Deusto? ¿Qué recuerdos te llevas?

Pues me voy habiéndome sentido acompañada en el proceso, donde he aprendido de todas las experiencias y salgo con una base teórica muy amplia. Donde he conocido personas maravillosas, tanto en mi promoción como en el máster. Y gracias a un equipo muy amplio de profesionales que me han formado durante estos años, de una forma entretenida y válida.

Durante este tiempo también, gracias a ‘Deusto campus solidaridad’, he vivido otro tipo de experiencias inolvidables, como formarme en otros ámbitos o realizar un campo de trabajo en Marruecos, y a cuenta de la pandemia se quedó otro en el tintero.

Me voy con el convencimiento de que he dado un paso más en mi maduración personal y profesional que me ha afianzado en mi vocación y en mi vida.