Aunque me queda mucho por aprender ahora me siento mucho más segura, me siento profesional y eso me llena de responsabilidad, miedo y orgullo.
Graduada en Comunicación, compositora, cantante, con una juventud insultante para lo ya recorrido… ¿Quién es Izaro Andrés?
Es una persona sonriente, con mucha imaginación, trabajadora, cabezona, romántica y que odia madrugar. Supongo que es un conjunto de pequeñas partes de gente y cosas que le rodean. Nada del otro mundo. Una persona que piensa mucho y que, en este momento, está luchando por dignificar su profesión en la música, ámbito mal valorado y poco respetado en esta sociedad, como pasa con el resto de actividades que engloba la cultura y el arte.
Tras un recorrido universitario brillante, todo parece indicar que tu profesión está dirigida al mundo de la comunicación. ¿Cuándo aparcas este camino y comienzas tu carrera profesional en la música?
La verdad es que si lo piensas bien no lo he aparcado. Creo que la pregunta es más bien en qué momento priorizo mi carrera profesional en la música. Creo que fue a principios del año 2016, acababa de volver de California, decidí que quería acabar mis estudios pero mi cabeza ya estaba en otra cosa. Fue difícil compaginarlo, pero recibí mucho apoyo fuera y dentro de la Universidad, tanto de amistades, familia, compañeras y compañeros de clase como profesores. Luego todo sucedió muy deprisa y, para cuando me di cuenta, ya era una joven emprendedora de esas de las que tanto oí hablar en Deusto. Ahora soy mi propia community manager, mi propia plantilla completa de la comunicación interna de mi empresa, la directora de mi imagen corporativa, la directora y diseñadora de mi espectáculo y otras muchas cosas más que se alejan un poco ya de la comunicación. Soy pluriempleada por y para mí y por y para IZARO como proyecto. La comunicación es muy importante en mi carrera musical. Por eso digo que no lo he aparcado. Además he aprendido mucho sobre derecho y administración. Todo suma.
Durante tu etapa universitaria, ¿qué incidencia tuvo en tu música aquella estancia erasmus en Santa Clara?
Mucha. Me hizo evadirme un poco de la inercia que seguimos todos aquí, de una vida tan pautada y seguida que no se le da importancia a tener tiempo para conocerse. Allí, el tiempo se paró. No estábamos muy conectados con el mundo paralelo que dejamos aquí, estábamos en una burbuja, y allí me di cuenta de todo lo que había supuesto para mí publicar Paradise, lo que estaba suponiendo grabar el videoclip de Honey, tocar por allí… Volví sabiendo que iba a intentarlo.
Desde tu primer éxito ‘Paradise’ en YouTube hasta ahora, has acumulado infinidad de conciertos, ¿cómo has evolucionado como artista desde entonces? ¿y personalmente?
Puf, ¡un montón! Como artista, obviamente, el cambio es muy notorio porque es de la nada a algo, y eso ya es mucho. En aquel momento yo no era una profesional ni mucho menos, sabía bien poco, y todo era tan nuevo que era imposible tener certeza o seguridad. Aunque me queda mucho por aprender ahora me siento mucho más segura, voy a clases de canto con una profesora maravillosa que me está enseñando a conocer mi instrumento, me siento profesional y eso me llena de responsabilidad, miedo y orgullo.
Es muy difícil diferenciar entre la persona y lo profesional, pero creo que el mayor cambio en mí ha sido el darme cuenta de la patética situación en la que vivimos los artistas aquí, lo vergonzoso y frustrante que es, y la invisibilidad de este mundo.
¿Qué proyectos profesionales tienes en el futuro?
Veo IZARO como una larga maratón. Mis planes son seguir trabajando, seguir creando, seguir interpretando, ir mejorando y conseguir una vida más digna para mí y para la gente que trabaja conmigo.
¿Qué consejos darías a los Alumni que en paralelo a su titulación universitaria se encuentran embarcados en otros proyectos profesionales?
Que apuesten. Que sean realistas pero valientes. Que sepan que hay mucha gente de la que no te puedes fiar, pero hay otra mucha de la que sí. Que se rodeen de buenas compañías, que se paren a pensar qué es lo que de verdad quieren y que, hagan lo que hagan, sepan que siempre es más importante ser feliz, y que si no lo son, paren. A veces no todo merece la pena. Y que hay más de una oportunidad para el fracaso.