El pasado 26 de abril vivimos una jornada inolvidable con motivo de la celebración del I Encuentro NOW para los antiguos alumnos que han pasado por las aulas del Campus de San Sebastián de la Universidad de Deusto. El evento tuvo lugar en un marco incomparable como es el Aquarium donostiarra y contó con un padrino de lujo en la figura de Emilio Duró. El empresario y conferenciante de éxito mundial inmediatamente cautivó a un auditorio abarrotado por medio de su desbordante energía y la vitalidad de su mensaje a lo largo de una conferencia titulada «No vale rendirse», en la que el catalán cuestiona cuáles son las cosas que realmente importan en la vida y desgrana los principales secretos del éxito en nuestro recorrido vital y profesional.
Un siglo de vida
Siempre acompañado del desternillante humor que ameniza, más si cabe, su inspirador discurso, Duró apuntó al progresivo aumento de la esperanza de vida que ha experimentado el ser humano como el punto de partida que ha dado lugar a este paradigma nunca antes conocido. Hasta hoy en día, nunca había existido un recelo especial por el cuidado físico, puesto que la genética “tenía preparado que hasta los 25 años tuvieras fuerza, pero no que estuvieras aquí a los cuarenta”. De este modo, convivir con el declive físico se convierte en el primero de los nuevos retos que afronta la actual generación de humanos: “Con 18 años estás guapo, cachas y el cuerpo aguanta lo que le eches. Ahora te comes medio croissant y coges 8 kilos”, bromeaba el catalán.
La existencia de cada individuo se dilata hasta los 100 años, lo que provoca que emerjan nuevos desafíos: a la pregunta acerca de cómo permanecer tanto tiempo trabajando en lo mismo, con la misma pareja o en el mismo entorno social, Duró contestó que, no hace tanto tiempo, si tu padre te dejaba en herencia un comercio “ya tenías la vida resuelta”. Pero, en la actualidad, “si no te gusta lo que haces, si no disfrutas con lo que haces y si no le pones pasión, tarde o temprano quebrarás”.
Por lo tanto, ilusión, proyectos, planes y razones por las que levantarte cada día se presumen actualmente como el combustible necesario para mantener una vida de éxito: y es que el principal problema que tenemos hoy, comentó, es “la falta de pasión”. Por ello, para Emilio Duró, “aquellos que no llevan una vida que les apasione, aquellos que no tienen un trabajo que les apasione o que no se levantan agradeciendo a la vida tener un día más que disfrutar; se están muriendo”. A ello debemos unir el fatalismo endémico que acusa la sociedad actual, puesto que “el 99% de todo lo que preocupa a la gente son cosas que no han pasado o no pasarán”.
Actitud por encima de conocimientos
El conferenciante continuó ofreciendo cifras reveladoras: “La gente feliz y optimista rinde entre el 65% y el 100% más que la gente normal”. La alegría, el entusiasmo, el trabajo…son actitudes, no conocimientos y, sin embargo, a lo largo de la etapa educativa no recibimos formación en actitud ninguna, por lo que hoy en día podemos encontrar gente “que tiene cinco carreras universitarias y no hay quien le trague”.
Desde su amplia experiencia como directivo asesor y consultor en empresas, Duró advirtió de que esta carencia en educación emocional y actitudinal ha convertido a las aptitudes personales en “una de las competencias más valoradas” por las organizaciones en la actualidad, ponderando indicadores como el llamado “coeficiente de optimismo”. Por tanto, si tenemos que educar a nuestros hijos, “eduquémoslos en ilusión, entusiasmo, en vida”, aconsejó.
Los cuatro pilares de una vida exitosa
Duró proporcionó a los asistentes, a modo de epílogo, un pequeño recetario hacia la felicidad que segmentó en cuatro áreas diferentes: el cuidado físico puesto que éste “hasta los 20 años crece, de 20 a 40 baja y de 40 hacia delante cae en picado”, aconsejando una hora de deporte al día. También el ejercicio intelectual, ya que a los 12 años se han adquirido “el 98% de los conocimientos” y a partir de esa edad “mueren 12000 neuronas al día”. El conferenciante recomendó, por tanto, estudiar y leer, actividades que hoy en día son “lo único que tenemos para frenar el alzhéimer”. En tercer lugar, enfatizó en la importancia de activar el sistema límbico, animando a los presentes a “cantar, saltar, abrazar, tocar y salir”. Por último, invitó a seguir al corazón cuando éste diga una cosa y la razón otra, dado que el primero “nunca traiciona”.