Lo primero y más importante es entender que la vocación debe profesionalizarse. Para ello es importante hacer un ejercicio personal de reflexión. Se debe pensar dónde se quiere llegar, analizar debilidades personales y trabajarlas.
Tu inquietud por el Trabajo Social comienza mucho antes de comenzar tus estudios universitarios. ¿Cuándo y cómo descubres que es esta tu vocación?
Creo que mi educación es la que ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de mi vocación como trabajadora social. Desde pequeña, he aprehendido la importancia de la defensa de los colectivos menos favorecidos y he visto cómo mi entorno ha tenido un profundo respeto a los Derechos Humanos, basado en la empatía con las personas que estaban en él.
No es hasta segundo de bachiller cuando, en una de esas charlas que nos dan en el instituto, consigo dar forma a lo que me apasiona en el día a día. De repente, escucho que existe una profesión, cuya definición encaja perfectamente conmigo, con mis deseos y mis aspiraciones. En este sentido, si me lo permitís, quiero citar textualmente la definición de la Federación Internacional de Trabajadores Sociales de 2014:
”El trabajo social es una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, y el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar.” (FITS, 2014)
Antes, durante y después de tus estudios universitarios, completas tu formación reglada con distintos programas extracurriculares: en 2019, Human Rigths: the right of refugees (Amnistía Internacional) y Prevención de la islamofobia y la discriminación por motivos religiosos (Fundación La Merced Migraciones). En 2018, La trata de niños/as y adolescentes con fines de explotación sexual: la atención integral a las víctimas (Ministerio de Sanidad, Consumo y Bienestar Social). En 2013, Cooperación Internacional: acercándonos al Sur (ALBOAN) y Monitora de Ocio y Tiempo y Libre (Asociación la Quintana. Escuela de monitores de ocio y tiempo libre). ¿Qué ha supuesto para ti esta formación complementaria? ¿En qué medida la consideras necesaria?
El trabajo social es una profesión que va de la mano de la sociedad y, dado que las sociedades están en continua transformación, las personas que nos dedicamos al trabajo social debemos conocer ese cambio, estudiarlo y dar una respuesta. Y para ello es imprescindible la formación continua.
En mi caso la formación complementaria ha sido un apoyo para mi trabajo. Me ha ayudado a ser capaz de detectar mejor las necesidades del colectivo para el que trabajo y me ha posibilitado dar una respuesta más adecuada a la realidad. Además, creo que un valor añadido de cualquier formación es el hecho de poder conocer a más profesionales del sector.
Desde 2017 trabajas en CEAR, Sevilla. Según tu experiencia, ¿cuáles son las debilidades y las fortalezas de nuestro sistema de acogida y atención a las personas solicitantes de protección internacional?
Primeramente, he de decir que creo que es un programa que no es conocido realmente por la población general. Y por ello, me tomo la libertad de explicarlo brevemente en esta entrevista, porque me parece importante darle difusión.
Este programa nace en relación con la Ley 12/2009 de 30 de octubre, reguladora del derecho de asilo y de la protección subsidiaria, reconoce a las personas solicitantes de protección internacional, cuando carezcan de recursos económicos, el derecho a acceder a los servicios sociales y de acogida necesarios para asegurar la satisfacción de sus necesidades básicas en condiciones de dignidad. Asimismo, prevé la posibilidad de extender estas prestaciones a personas a las que se hubiera reconocido el estatuto de refugiado o la protección subsidiaria en aquellos casos en que circunstancias especiales así lo requieran. Para ello, el estado ha creado una red estatal de acogida integrada por:
- Los Centros de Acogida a Refugiados (CAR) dependientes de la Dirección General de Integración y Atención Humanitaria (DGIAH), destinados a personas solicitantes y beneficiarias de protección internacional, solicitantes y beneficiarias del estatuto de apátrida en España
- Otros dispositivos de acogida, subvencionados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y gestionados por entidades sin ánimo de lucro, entre las que se encuentra CEAR, destinados a atender a este mismo colectivo
- Los proyectos y recursos complementarios necesarios para favorecer medidas de acogida y de preparación para la autonomía que faciliten a las personas beneficiarias desenvolverse en el nuevo entorno y acceder a puestos de empleo e integrarse en la sociedad de acogida, subvencionados por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones
El objetivo principal del sistema de acogida es facilitar la progresiva autonomía de las personas beneficiarias del mismo.
El Sistema de acogida de protección internacional se desarrolla mediante itinerarios de preparación para la autonomía, cuya finalidad es facilitar la progresividad de esta en los destinatarios y su inserción social y laboral en la sociedad de acogida El programa contempla ayudas económicas y sociales por un periodo de 18 meses (24 meses en los casos de especial vulnerabilidad) y se divide en fases de 6 meses. En la primera fase del programa, las personas participantes son alojadas en un dispositivo de acogida gestionado por la entidad acogedora para posteriormente acceder a una segunda fase en la que deben alquilar una vivienda donde poder empezar una fase de promoción de la autonomía e inclusión social en la sociedad de acogida. A lo largo de este tiempo, un equipo multidisciplinar (abogadas, psicólogas, técnicas de orientación laboral, trabajadoras sociales, técnicas de lingüística…) elaboran junto con las personas beneficiarias un plan individualizado de inclusión social.
Creo que la mayor debilidad del programa es muy obvia, ya que ha sido un problema muy sangrante. Hemos podido ver en los medios el colapso del mismo. En este sentido, CEAR lleva años denunciando las deficiencias del actual sistema de acogida, tanto en España como en Europa. Sin ir más lejos, el pasado día 26 noviembre de 2019, CEAR reclamó un plan integral de acción coordinado por parte del Gobierno estatal, junto a las Comunidades Autónomas y Ayuntamientos, con el fin de solucionar el colapso del sistema de protección internacional y dar respuestas adecuadas a las diferentes situaciones, resolviendo en especial la situación de calle que sufren en estos momentos cientos de personas.
No obstante, este programa es un elemento básico tanto para las personas solicitantes o beneficiarias de protección internacional como para la sociedad de acogida. Ya que, el proceso de inclusión social es un proceso bidireccional de transformación y enriquecimiento. Porque no podemos pensar que la inclusión social es simplemente la autonomía de las personas o el acceso a un empleo. La inclusión implica la participación plena de las personas en todos los espacios de la vida social: trabajo, bienes y servicios, espacios de participación y decisión política, sistemas de protección social, y las relaciones socio familiares y comunitarias.
¿Qué recomendarías a los y las Alumni de la Universidad de Deusto en cuanto a hacer de su vocación su carrera profesional?
Lo primero y más importante es entender que la vocación debe profesionalizarse. Para ello es importante hacer un ejercicio personal de reflexión. Se debe pensar dónde se quiere llegar, analizar debilidades personales y trabajarlas.
También, me gustaría lanzar un mensaje a las personas que todavía no han encontrado su vocación. Y es que, considero que no es fácil encontrar ni nuestra vocación ni una profesión en la que poder materializarla. Para estas personas mi mensaje es: estudia, viaja y sigue explorando(te).
Gracias por tu tiempo y tu experiencia. Para terminar, ¿qué recuerdos mantienes de los años que pasaste en la Universidad de Deusto?
Recuerdo con cariño el trayecto a la universidad desde Irún. Los primeros años todas las personas que íbamos cogiendo el “topo” hemos compartido muchas horas de “viaje” juntos en las que compartíamos impresiones, nervios, alegrías y cansancio.
Creo que tuve mucha suerte de contar en clase con compañeras realmente comprometidas con la que iba a ser nuestra futura profesión lo cual creo que me ha enriquecido mucho tanto a nivel personal como profesional.
No puedo acabar esta entrevista sin hacer mención a lugares de la universidad que no se me olvidarán, como por ejemplo el “búnker”, donde comíamos todas juntas; la biblioteca y nuestro pequeño espacio cerca del edificio donde más horas pasábamos jugando con los malabares que nuestro compañero Javi nos traía y nos enseñaba a utilizar con paciencia.