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Mariasun Quiñones Goicoechea

… la educación es una faceta de mi vida en la que he acertado: he estado en el momento y en el sitio adecuados y con las personas adecuadas, que me han llevado al otro ámbito de mi vida, mi faceta más deportiva, para seguir creciendo también. Es una constante balanza en la que me nutro de ambas facetas

¡Enhorabuena! Con tu equipo has obtenido este año la Copa de la Reina, además de ser elegida la jugadora más valiosa de la final. ¿Qué sentiste en esos momentos? ¿Qué pensaste?

¡Mucha alegría! Al final no es solamente el trabajo de un año, ni de este grupo de jugadoras. Llevamos muchísimo tiempo jugando y entrenando al fútbol, cada una desde la edad que empezó y, poco a poco, vamos viendo que de mucho trabajo, sacrificio, esfuerzo que hay que hacer en el día a día, muchas veces se consiguen los sueños, los objetivos que te planteas en la temporada. Visto desde la distancia, cogiendo aire, lo saboreas mucho más: ¡ha sido muy intenso y de una forma casi inesperada! Ya que jugábamos contra el rival a priori favorito – gran rival – y bueno… Tú juegas tus cartas, juegas con las características que tienen tus jugadoras y vas al partido con toda la ilusión del mundo como a cualquier partido… Pero sí, es verdad que en una final todo es multiplicado por diez: las emociones, la tensión, la afición, la familia; al final se genera una expectativa, y ahí hay cierto punto de tensión sobre si lo vamos a hacer bien o lo vamos a hacer mal. No es el hecho de ganar o de perder, sino de dar la cara. ¡Nosotras hemos estado! Yo contenta, orgullosa del equipo. Espero que este año mantengamos el nivel, el equipo, y que sigamos haciendo bien el trabajo que estamos haciendo.

Iniciaste tu grado en Educación Primaria, Especialidad en Educación Física, el mismo año que llegas al primer equipo, pero desde mucho antes habías iniciado tu carrera profesional en el fútbol y desde entonces no has parado. ¿Cuándo descubriste que este deporte y la educación primaria irían de la mano en tu vida?

Soy una persona a la que le gusta mucho la educación y que cree que en cualquier ámbito de la vida es importante tener una buena educación. Por mucho que puedas vivir en la calle jugando al fútbol, al baloncesto, con los amigos, generalmente pasas más tiempo fuera que dentro de casa; porque en mi familia, mi hermana y yo hemos sido mucho de jugar en la calle, de estar con los amigos y amigas en el parque, y al final la educación de la calle es súper importante porque sobre todo se une a los valores que tiene el deporte; que cuando somos niños/as son juegos (tú empiezas jugando al fútbol o al baloncesto) y al final lo asocias al deporte pero no como elemento de educación. Y cuando ya te vas dando cuenta, cuando te vas haciendo mayor, y vas viendo diferentes ámbitos y entornos de la vida, vas descubriendo que todo está relacionado con los valores, con los principios de cada persona. A mí me ha llegado a través del fútbol.

También he practicado el judo, y es verdad que quizás, en mi opinión, en este deporte se aprenden muchos más valores que te enriquecen como persona que en el fútbol. Son diferentes deportes. El respeto hacia el árbitro lo es TODO, es fundamental. No le puedes decir ni mú. Esa persona es parte de tu enseñanza, responsable de tu crecimiento. Te va a decir qué es lo correcto y qué no, cómo lo puedes hacer y cómo no lo debes hacer. Porque al final es un deporte peligroso de contacto en el que cualquier mal gesto te puede llevar a lesionarte o hacerle daño al contrario y el árbitro es un poco quien te va guiando. Incluso el rival. Se dice en judo que saludas al rival como muestra de respeto hacia él porque te va a ayudar a ser mejor, contribuyendo a que te esfuerces en ser mejor tú mismo, no ser mejor que él o ella, sino mejor tú mismo.

Yo creo que los deportes siempre han estado ligados a mí y la educación todavía más. Cuando empecé la carrera me sorprendí muchísimo, porque no sabía que me iba a gustar tanto y la verdad es que, después de estar aquí, en la universidad, y de estar en este entorno, pude hacer las prácticas en mi población natal, en Ama Guadalopekoa en Hondarribi y en Talaia. Ahí tuve también otra grata sorpresa: pensaba que me iba a gustar, ¡pero no sabía que tanto!

Entonces, al final, la educación es una faceta de mi vida en la que he acertado: he estado en el momento y en el sitio adecuados y con las personas adecuadas, que me han llevado al otro ámbito de mi vida, mi faceta más deportiva, para seguir creciendo también. Es una constante balanza en la que me nutro de ambas facetas.

Te autodefines como tenaz, ambiciosa y constante. Has compaginado tu formación con el deporte profesional. ¿Cómo influye tu preparación como educadora en tu desempeño como deportista de élite? ¿Y viceversa?

Yo creo que es importante en jugadores, en deportistas de élite o profesionales, tener algo más que el deporte en la cabeza; es verdad que si tenemos mucho tiempo libre se lo dedicamos al deporte y a pensar y a entrenar, pero la mente necesita un respiro, que esté funcionando con otras cosas, y al final, relacionar una cosa con otra te lleva a reflexionar mucho más, a pensar en qué estoy haciendo bien o qué estoy haciendo mal hoy… O a intentar mejorar en aquello en lo que puedo ser mejor hoy; yo creo que la educación siempre te lleva al análisis y yo, siendo portera, no hay un día igual a otro, cada día se practican ejercicios distintos, gestos técnicos diferentes, situaciones en campo en los que te tienes que reinventar… Cada jugadora tiene eso: todas son diferentes, todas y cada una generan un peligro diferente. Entonces tienes que ser muy consciente del contexto en el que estás y saber analizar e identificar qué es lo que a ti te beneficia más, qué es lo que a ti te gusta trabajar más. Es muy importante tanto el estudio como la práctica deportiva. Si hay algo que no te gusta generalmente irás menos motivado, pero si tienes un objetivo en mente (a largo, a medio o a corto plazo) es un poco más fácil de llevar. En estas dos facetas de mi vida lo que intento es que una me aporte a la otra. Si estoy muy saturada del fútbol, leo un artículo o un libro. Al final todo contribuye a nuestra personalidad, porque la persona no es sólo deportista 12 horas y educadora otras 12 horas, es todo el día ambas cosas. Es importante tener en cuenta ambas facetas para que luego todo fluya dentro de ti.

Sabes que un compañero del equipo masculino y otra del femenino de tu club están ahora realizando sus estudios en la misma universidad donde te graduaste hace un año. Se podría decir que lleváis vidas paralelas… Pero, si las hubiera, ¿cuáles serían a tu juicio las diferencias fundamentales entre el equipo femenino y el masculino, ambos en la categoría de honor de sus respectivas ligas?

Sí, creo que llevamos vidas bastante paralelas en cuanto a condiciones en el club. Al final, entrenamos casi las mismas horas, en las mismas instalaciones, aunque ellos tengan otro vestuario y gimnasio, pero al final son cosas del fútbol que se han dado así y, afortunadamente, año tras año estamos mejorando. Nos están poniendo mejores condiciones y nosotras ya no aceptamos lo que aceptábamos hace cinco años, porque vemos que el cambio social se está dando y la gente se va involucrando mucho más. La diferencia más notable sería el sueldo, lo que genera una tranquilidad económica. Un sueldo de una jugadora femenina no te puede asegurar que vayas a tener una casa en Donosti, Hondarribi, pero sí terminar los estudios, obtener el graduado, o el grado, máster, o lo que sea, y haciendo tu práctica deportiva tranquilamente. Yo creo que esa es la mayor diferencia. Si todas las chicas tuviéramos una tranquilidad económica, creo que estudiaríamos más tranquilas y jugaríamos más relajadas.

Después, en el día a día vivimos como cualquier trabajador con los problemas o las cosas cotidianas, aunque sí que es verdad que un futbolista lo vive de otra forma, quizás más intensamente, porque es esta su realidad. Entonces, es verdad que poco a poco vamos dando pasos hacia adelante, pero todavía nos queda muchísimo camino. Nuestro objetivo no es cobrar lo que ellos cobran, ni mucho menos, pero sí tener unas condiciones que se puedan asemejar un poco más, tender a igualar un poco más y tener las mismas oportunidades… que se ajuste un poco más a la realidad.

Ya hemos visto que el año pasado nos han abierto Anoeta y, sobre todo, me quedo con el cariño de la gente, que poco a poco se va asemejando a lo que pueden sentir los chicos del primer equipo. Estoy contenta porque me parece que el equipo femenino es un poco más cercano que el masculino. Me pareció esto cuando fuimos a Anoeta. Los chicos todavía no han podido celebrar un pase a una final y después la victoria en la misma. Pero sí es verdad que la relación con la gente, con los niños – quizás estamos menos acostumbradas y era la primera vez – nos ilusiona más, y tal vez les damos el aliciente a ellos y ellas para que se puedan identificar con nosotras y con el deporte que practicamos.

Las mujeres lleváis muchos años participando en el deporte de élite. Sin embargo, la visibilidad, apoyo y reconocimiento no han sido los mismos que para vuestros homólogos masculinos, aunque parece que recientemente esta tendencia ha empezado a cambiar. ¿Qué aconsejarías a las y los Alumni de la Universidad de Deusto para sensibilizarse y colaborar para contrarrestar la discriminación de la mujer en el ámbito del deporte profesional?

Creo que lo más importante no es hablar, sino actuar. Muchas veces se dice que el fútbol femenino está creciendo y le están dando más bombo. Pero si preguntas: “¿Has ido a ver algún partido?, la respuesta es: “No, no he ido. Igual por la tele he visto, porque he zapeado, pero al final lo he dejado”… En estos casos la gente debería animarse a ir por lo menos una vez al año a Zubieta o cuando abren Anoeta. Ir a ver algún partido, o si se sabe que jugamos un día determinado, decir: “¡Lo voy a ver por la tele!”, y generar así ese ambientillo de incertidumbre, del ¿qué harán?, ¿ganaran?, ¿perderán? O: “¡Voy a conocer a las jugadoras, saber cómo se llaman, ponerles cara!” Creo que esto es importante. Al final sí que somos más conocidas y reconocidas en nuestras respectivas ciudades, pero me parece que es importante cuidar esos pequeños gestos, como: “¡Me voy acercar con mis amigas o amigos!”, O: “¡Voy a ver si me acompañan los aitás!” Estas cosas ayudan a normalizar el deporte femenino, de alguna manera, hablar de él y, al final, el boca a boca se está viendo que es lo mejor que podemos tener a día de hoy.

Espero que se animen a vernos todas las veces que quieran. ¡Les vamos a recibir con los brazos abiertos, que seguimos siendo la Real! ¡No se trata de diferenciar entre las chicas y los chicos! Ellos juegan en Anoeta, y nosotras en Zubieta, y nos da igual, porque nos encanta jugar, nos encanta pisar el verde, estar contentas donde estamos y en Zubieta, jugamos la mar de bien. ¡Que se animen! ¿Que quizás es más complicado llegar hasta Zubieta? En coche, en Topo, en autobús… Que se animen y que vayan. Que 90 minutos de un partido de chicas también se pueden disfrutar como se ha visto en la tele en la final de la Copa de la Reina. También podemos dar esa emoción y ese espectáculo que tanto dicen que dan los chicos…

Terminamos ya. Deseándote mucha suerte para la Liga 2019-2020. ¿Qué te gustaría compartir con nosotros de tus años deustenses?

La verdad es que han sido cuatro años, y este es el quinto, que sigo algo relacionada con la Universidad, en los que he aprendido mucho no solo en lo relativo a contenidos, en cuanto a las materias de la carrera, sino a la vida, en general. Que, aunque pueda parecer muy filosófico, es verdad que al final te encuentras con personas que comparten tus mismos gustos y que poco a poco te van admirando y apoyando por lo que haces fuera de la carrera. Durante la carrera, estudiando intensamente un grado, conoces amigos increíbles para toda la vida con los que compartes muchísimos momentos que en otros contextos no los vas a vivir.

A los alumnos de Deusto, les diría que disfruten del camino. Aunque todos tenemos como objetivo terminar la carrera, que es lo que más claro se tiene cuando estás en la Universidad, que disfruten de cada examen aprobado, de cada examen suspendido – que seguramente les llevará a reflexionar mucho más que los aprobados, a dar más vueltas, a ver qué es lo que les sale mal o qué es lo que les falta para ser buenos profesionales – para luego, en la vida laboral, desempeñar un papel en la sociedad, dentro o fuera de una empresa. Como me pasa a mí, que no trabajo en un colegio, pero, de una forma u otra, cuando voy a dar charlas a los niños o a centros educativos, al final siempre intento poner mi granito de arena por parte de la educación y por parte de la mejora continua de la sociedad.

¡Somos mujeres! Quizás tenemos que pelear más porque no se nos ha valorado como debería, pero yo creo que este es el camino. Y ser ejemplo de deportista, de persona, de hacer el bien, creo que hace que te tengan en cuenta y te respeten en todas partes. Que intenten hacer lo mismo que he hecho yo: tratar de hacer todo con la mejor intención y que disfruten del camino, y que no se obcequen con un examen o con una mala racha y que de todo se puede sacar algo bueno.