Asistieron al acto el presidente de Garrigues, Antonio Garrigues Walker; el ex ministro Luis Atienza; el ex ministro de Exteriores, José Manuel García-Margallo; la senadora del PNV, María Eugenia Iparraguirre así como altos cargos de empresas como Facebook, BBVA o PricewaterhouseCoopers, todos ellos alumni de la Universidad de Deusto.
La portavoz del Gobierno y ministra de Educación y el Responsable de Interior, recordaron sus inicios como universitarios en Deusto. Cómo fue su llegada a la Universidad, el cambio que supuso en sus vidas, la fascinación ante un nuevo camino que marcaría sus trayectorias, fueron algunas de sus experiencias compartidas, en tono distendido y cercano junto al resto de antiguos alumnos allí presentes.
“Entré con una vocación extraordinaria de generar conocimiento, convencida de que a través del conocimiento y la cultura podíamos salvar todos los obstáculos”, aseguró Celaá. Para Grande-Marlaska, “el segundo año fue decisivo porque descubrí realmente mi vocación” unos pasos universitarios que quedarían marcados por la influencia de profesores como el jurista y catedrático José María Lidón o el penalista José Ricardo Palacios.
Ambos miembros del Gobierno coincidieron en destacar que, de aquellos años, quedan “enseñanzas de esas que uno nunca olvida”. Grande-Marlarka insistió en la trascendencia de lo aprendido durante su formación académica: “se aprende hasta el último día, hasta el último momento. Esos cinco años me enseñaron, lo importante que es el esfuerzo para llegar al conocimiento que no es un fin, es un medio para resolver conflictos de todo tipo, y el derecho ayuda de una forma complementaria a esa manera de entender las cosas”. Porque “las fuentes del conocimiento son importantes para nutrirnos de ellas, pero el producto final debemos ser nosotros mismos”.
De la universidad de entonces a la España de hoy
Para Grande-Marlaska “ese Bilbao arquitectónico actual ya se corresponde también con su paisanaje”, alejado de aquel de sus años universitarios, básicamente porque “hemos derrotado a ETA, y entonces, todos los días estaba presente por acción u omisión”. El actual titular de Interior incidía en que ahora “por suerte, no nos acordamos”, y destacó cómo “esos valores en los que todos estamos concernidos, ya los vivimos, los percibimos y compartimos de una forma inconsciente, algo que puede resultar peligroso, porque muchas veces damos muchas cosas por supuestas”.
La experiencia de Celaá fue similar a la descrita por su compañero de universidad, “estamos hablando aquí de la desaparición del terrorismo”, en aquellos años “la vida era difícil”, sin embargo ahora “vivimos en el Bilbao de Norman Foster o Frank Gehry”.
Reinventarse o morir
Precisamente en un escenario socio-económico en el que gana posiciones la longevidad, se recordó que no parece muy acertado pensar que el profesional se puede acomodar en sus conocimientos adquiridos para avanzar. Conceptos como actualización del conocimiento, formación continua o vuelta a la escuela, más que una moda se presentan como una auténtica necesidad.
En este sentido, Grande-Marlaska defiende la formación continua como “imprescindible” e “ineludible”. En su caso, pertenecer a la carrera judicial incluye dentro de sus “obligaciones” el mantener una “formación continua”, puesto que es necesaria “para prestar un servicio público con garantías”, debido a que, además, “la independencia y la imparcialidad de los jueces, pasa necesariamente por la formación”.